Comerciantes informales: trabajadores invisibilizados

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email

Mientras cientos de personas marchaban por las principales calles de la ciudad en conmemoración al 1 de Mayo, Día del Trabajo, en Riobamba se observaba la otra cara de la moneda, los trabajadores informales, artesanos y emprendedores realizaban su labor como todos los días.

Para las grandes empresas y el Estado, la informalidad tiene un impacto negativo al impedir que los trabajadores hagan sus respectivos aportes a sistemas que permitan beneficios como salud y pensión. En el país, el trabajo informal subió dos puntos porcentuales, así como en la ciudad, esta situación es evidente; la incertidumbre que genera la actual situación laboral y la mayor demanda de fuentes de empleo que se evidencia con la migración, son algunas razones de este incremento.

descansos
Sin horarios ni descansos, trabajan diariamente.

En los buses urbanos, en un recorrido de una hora, aproximadamente 15 vendedores se suben a un transporte a comercializar sus productos. Uno tras otro preparan sus discursos para lograr comercializar su mercancía, con todo tipo de productos.

Juan, es un joven que hace cuatro años se dedica a vender, para él, su trabajo es una muestra de “que todo es posible y el que quiere salir adelante lo puede hacer con esfuerzo y dedicación. Lo poco que he ganado ha servido para la casa, el arriendo, agua, luz y un plato de comida que no ha faltado. Ahora la gente, la juventud en especial se queja de que no hay trabajo, y hasta salen a robar, eso es mentira, porque cuando uno quiere salir adelante, lo hace de cualquier manera”.

Miguel, otro joven vendedor de caramelos,afirmó que prefiere la libertad y no trabajar con presiones “trabajo por mi cuenta, vendiendo por las calles, porque tengo mayor libertad de manejar mi tiempo, no tengo presiones ni que cumplir con un horario establecido, no tengo beneficios, ni soy afiliado al IESS”.

“Crear, experimentar, fallar pero no dejar de perseverar”, es lo esencial para el joven emprendedor de la ciudad, quién hace un par de años inició su propio emprendimiento.

Sandra Morocho realiza artesanías, para ella, su pasatiempo se convirtió en una fuente de recursos para su familia, según indicó, “servir a otros no es un trabajo, no es una frustración, no es un problema, servir es la razón primaria por la que los seres humanos existen, solo cuando la gente comprenda eso, el trabajo dejará de ser una carga y se convertirá en la más bella forma de expandir nuestro ser a los demás”, dijo.

Jenny es una joven comunicadora social, comentó que ha entregado alrededor de 10 carpetas con su hoja de vida para conseguir empleo, pero no ha tenido ninguna respuesta favorable, debido a la incertidumbre y pesimismo que genera la situación actual del mercado laboral y sobretodo la necesidad;añadió que ahora es cajera en un restaurante.

Jorge de 56 años de edad, recorre las calles con su carrito vendiendo Bonice, “en los días buenos se vende, ahora cuando llueve, ya ni salimos porque la gente no compra”, señaló.

En los últimos días, en varias intersecciones en las que se encuentran semáforos, se ubican comerciantes informales, no sólo locales, sino también de otras partes,  quienes  aprovechan la luz roja para el expendió de sus productos o para realizar alguna actividad, como limpiar parabrisas de los carros.

Como estas, cientos de historias se viven día a día: comerciantes, vendedores, artesanos, emprendedores, algunos con improvisados puestos de venta, otros en las calles, todos buscan la manera de subsistir y llevar, como ellos dicen, “el pan a sus casas”. El trabajo informal también debe ser reconocido, pues si bien no trabaja para grandes empresas o el Estado, lo hace para mantener a su familia y las necesidades básicas del ser humano. (13).

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email