Conocidas como las vacas locas, esta estructura triangular con cachos en su parte frontal se volvió indispensable en las celebraciones navideñas y hace muchos años es parte de las tradiciones en las comunidades de Chimborazo. Son coloridas y las hay de todo tamaño, sin embargo, su atractivo mayor son las luces de bengala que se despliegan desde su fachada e iluminan el recorrido.
Julio.H es artesano y hace aproximadamente 20 años se dedica a la elaboración de estos implementos. Nació en el cantón Chambo y aprendió el oficio de su padre, ahora le dedica su tiempo completo a esta profesión, algo que lo hace, sobre todo, por fe, pues la pirotécnica es lo que da alegría a las festividades, nos comentó.
“A las personas les gusta mucho que haya “vacas locas”, los priostes con 3 o 5 meses de anticipación ya hacen su encargo y poco importa el precio, pues lo hacen como agradecimiento a la virgen y otros santos como San Juan Evangelista. Considero que es una linda tradición ecuatoriana”.
Respecto al peligro de su oficio, nos comenta que afortunadamente, no ha sufrido ningún tipo de percance, pero siempre verifica el estado de la pirotécnica, antes de colocarla y utiliza guantes, mandil de trabajo y protector ocular, pese a la experiencia nunca se confía y prefiere tomar todas las medidas de precaución.
El precio de venta al público varía, pues las más pequeñas llegan a tener un precio de 120 dólares, sin embargo, va a depender del tamaño y la cantidad de pirotécnica que se le ponga en su interior. La duración del recorrido de las luces es de 15 minutos y representa a la vaca de campo, símbolo de la serranía ecuatoriana.
Las “vacas locas” y fuegos artificiales son parte de la cultura y tradición de Chimborazo, pero su uso requiere un equilibrio entre las celebraciones y la conciencia de la ciudadanía, algo que se convierte en un desafío que requiere voluntad comunitaria y políticas inclusivas.