Durante la dictadura militar de los años 60 se establecieron ciertas normas en la perspectiva de profesionalizar el servicio exterior del Ecuador, se estableció entonces la “cuota” de 25% para el nombramiento de funcionarios a discreción del gobierno de turno. Actualmente la Ley es más restrictiva sin embargo, según las notas de la prensa nacional publicadas recientemente, el gobierno de Moreno mantiene en el servicio exterior aproximadamente un 40% de funcionarios que no tienen nada que ver con la carrera diplomática. Esto explicaría en parte el papel tan pobre que ha jugado nuestra diplomacia en los últimos años, porque claro, si el gobierno llena las embajadas y consulados con sus amigos y familiares que no tienen idea de política exterior qué resultados se espera obtener? De esta manera, ahora lo sabemos, los intereses nacionales están en manos de personas que no han sido formadas en relaciones internacionales y que tienen un cargo en el Ministerio de Relaciones Exteriores gracias a las palancas y a los compadrazgos.
Cuando se habla del servicio exterior se habla de una burocracia bastante compleja y especializada que exige por un lado, una formación académica rigurosa y por otro lado, la predisposición a defender ciertos valores que se vean reflejados en sus acciones en la escena internacional. También creo que en este tipo de cuerpos burocráticos existen tradiciones que actúan como normas no expresas que se adquieren sólo con la experiencia y desarrollo vocacional del diplomático. Por esta razón creo que las cuotas políticas en el servicio exterior deberían reducirse al mínimo, sólo bajo excepcionalísimas motivaciones deberían nombrarse a personas ajenas al oficio diplomático. Aunque ha sido y sigue siendo una práctica corriente en el Ecuador, ¡40% en el gobierno de Moreno! no sólo que contraviene lo que obliga la Ley sino que roza con la inmoralidad. Es un escándalo que resulta obsceno porque mientras se despide a cientos de funcionarios del sector público a pretexto de la austeridad, la “mesa chica” asegura altos cargos en la diplomacia para sus familiares.
Sabemos que un porcentaje de nombramientos corresponden a la “cuota política” de la que el gobierno ha sacado provecho colocando, sin siquiera sonrojarse, en puestos relevantes del servicio exterior a sus más cercanos familiares. Mientras el secretario general de gabinete Juan Roldán se pasea con su discurso moralizador por los medios de comunicación nos enteramos que su padre Cristóbal Roldán Cobo es el embajador del Ecuador en España y que gana más de 8 mil dólares al mes. Mientras el señor Iván Granda, ministro de Inclusión Económica y Social, se llena la boca hablando de la lucha anticorrupción nos enteramos que su madre tiene un puesto como consejera en el consulado de Ecuador en México y mientras el presidente Lenín Moreno se rasga las vestiduras por la corrupción nos enteramos que su hija Irina es consejera de la Misión Permanente del Ecuador ante las Naciones Unidas. Este comportamiento que ha sido un rasgo permanente de la clase política ecuatoriana a través de la historia es la muestra efectiva del Estado prebendal actualizado con éxito por el gobierno de Moreno.
Carlos Guevara Ruiz