Hoy se conmemora el Día Universal de los Derechos Humanos que involucra a la comunidad de naciones, más allá de sus fronteras y cuyos antecedentes históricos pueden ubicarse en la Carta Magna de Inglaterra (1215) y la Revolución Francesa (1789)
Todos los países signatarios de la Declaración, dentro de sus políticas de Estado deben tener como obligación prioritaria respetar y garantizar el cumplimiento de los 30 artículos que se refieren a derechos de carácter personal; del individuo en relación con la comunidad; derechos de pensamiento, de conciencia, de religión y libertades políticas; derechos económicos, sociales y educativos, culturales, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Pero también contiene prohibiciones en relación a la discriminación, a la esclavitud, a la tortura, a los malos tratos físicos y psicológicos, a la detención y prisión arbitrarias, etc.
Lamentablemente, pese a esta Declaración en defensa de la dignidad humana, en las décadas de su vigencia, desde que fue instituido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, gobiernos dictatoriales, antidemocráticos, desde la barbarie, la corrupción, el autoritarismo, han cometido actos violatorios de los derechos humanos en muchos lugares del planeta. Pero ventajosamente también han surgido, casi en forma paralela, personas e instituciones que, desde un humanismo profundo, se involucran en proteger los derechos civiles y políticos, en luchar por la promoción, la protección y el disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales de los habitantes del mundo. Derechos que, al tenor de la Declaración, son inherentes a la persona humana, así como también inalienables, imprescriptibles.