Recordamos hoy la transformación liberal liderada por el Viejo Luchador, general Eloy Alfaro Delgado. Su incursión en la historia patria, determinó grandes cambios sociales, económicos y políticos para lo que contó con el apoyo de grupos rebeldes campesinos, conocidos como Montoneros, de Manabí, Esmeraldas, Los Ríos y Guayas.
Con el liberalismo de la época, se consolidaron en nuestra patria los principios de libertad, igualdad y confraternidad preconizados por la Revolución Francesa; se puso en marcha la educación pública laica, gratuita y obligatoria; se crearon los normales; se estableció la separación definitiva del Estado y la Iglesia; se abrieron espacios para la participación de la mujer en la vida pública; se construyó el ferrocarril; se establecieron relaciones diplomáticas con muchos países del mundo; se dio paso a los más amplios derechos y garantías individuales; se crearon las primeras organizaciones sindicales; en fin, los intereses populares se constituyeron en los ejes de la acción gubernamental. Con estas y otras acciones de la Revolución Alfarista, el Ecuador abandonó la concepción y la práctica de un Estado clerical, para dar paso a la modernidad.
Cuando en 1912, Eloy Alfaro, junto a otras figuras revolucionarias, fue sacrificado en la “hoguera bárbara”, con él se incineraron los ideales de la Revolución Alfarista y las reivindicaciones sociales y populares por las que luchó sin claudicaciones junto a sus Montoneros.
A la luz de la historia, podemos afirmar que la Revolución Liberal del “Viejo Luchador” constituyó una verdadera revolución; en contraste con remedos revolucionarios que, a la postre, terminaron agudizando, precarizando las condiciones de vida del pueblo, pese a la bonanza petrolera, el endeudamiento internacional, la concentración del poder total, todo lo cual devino en corrupción institucionalizada en las más altas esferas del poder.
Que el legado histórico de Alfaro, en algún momento de vida republicana, se empodere de todos los sectores ciudadanas, pero sobre todo de las esferas políticas que por hoy, al parecer, están de espaldas al pueblo.