Hoy, 5 de junio, recordamos la transformación liberal liderada por el Viejo Luchador, general Eloy Alfaro Delgado. Su incursión en la historia patria, determinó grandes cambios sociales, económicos y políticos para lo que contó con el apoyo de grupos rebeldes campesinos, conocidos como Montoneros, de Manabí, Esmeraldas, Los Ríos y Guayas.
Con el liberalismo de la época, se consolidaron en nuestra patria los principios de libertad, igualdad y confraternidad preconizados por la Revolución Francesa; se puso en marcha la educación pública laica, gratuita y obligatoria; se crearon los normales; se estableció la separación definitiva del Estado y la Iglesia; se abrieron espacios para la participación de la mujer en la vida pública; se construyó el ferrocarril; se establecieron relaciones diplomáticas con muchos países del mundo; se dio paso a los más amplios derechos y garantías individuales; se crearon las primeras organizaciones sindicales; en fin, los intereses populares se constituyeron en los ejes de la acción gubernamental. Con estas y otras acciones de la Revolución Alfarista, el Ecuador abandonó la concepción y la práctica de un Estado clerical, para dar paso a la modernidad.
Cuando en 1912, Eloy Alfaro, junto a otras figuras revolucionarias, fue sacrificado en la “hoguera bárbara”, con él se incineraron los ideales de la Revolución Alfarista y las reivindicaciones sociales y populares por las que luchó sin claudicaciones, con tesón junto a sus Montoneros.