Por: Pablo Granja
La película El abogado del diablo – basada en la novela de A. Neiderman, con Al Pacino protagonizando al dueño de una exitosa firma de abogados, y Keanu Reeves como un joven abogado que es reclutado – trata del poder de la seducción. Luego de una sucesión de hechos escabrosos y sobrenaturales, el joven intenta asesinar a su jefe pero las balas son ineficaces y éste le revela que en realidad es Satanás, que había “preparado el escenario” para que pudiera alcanzar sus ambiciones. El joven abogado logra deshacerse de este vínculo. La película concluye con la oferta de una sensual periodista que le promete convertirlo en una celebridad, a lo que él accede. Al finalizar la entrevista la periodista se transforma en su exjefe, en realidad Satanás, que declara : «La vanidad es, sin duda, mi pecado favorito». La metáfora es que el engaño, la ambición y la vanidad son utilizadas para seducir a la gente.
Tengo un amigo que siendo un comunista convencido no es un fanático intratable. Me decía, por ejemplo, que la frase de Marx, “La religión es el opio de los pueblos”, ha sido mal interpretada, ya que “no es una declaración de guerra”. Su verdadero sentido, decía, se relaciona con la resignación que las religiones inculcan ante los padecimientos de la vida, los cuales son engendrados por una sociedad capitalista. Concluía que la crítica va dirigida hacia el sistema y no en contra de ninguna religión.
Siendo así, hay comunistas que ajustan el enunciado según convenga. Como el tirano D. Ortega, que habiéndose apoyado en la Iglesia terminó siendo su peor enemigo, hasta llegar a calificarla como una dictadura. “El burro hablando de orejas”, ha deportado, acosado, golpeado y enjuiciado a sacerdotes y feligreses. Su esposa, vicepresidente de Nicaragua, “enarbola un discurso que amalgama religiosidad, utopías de izquierda, idealismo y espiritualidad…, tiene un relato esotérico donde conjuga liturgia cristiana con superstición popular”, escribe el diario Clarín. Maduro también combina catolicismo con creencias yoruba, herencia de Chávez quien tenía su cartomántica propia. La presidente de México es judía no practicante de ninguna religión, aunque ha aparecido con una falda con la imagen de la Virgen de Guadalupe, así como recibiendo “el bastón de mando”, de manos de un grupo de santeros indígenas.
Dada la identidad ideológica de Luisa González con el chavismo, se explica la ceremonia en que aparece sumisa ante una “ministra religiosa”, luego identificada como una exfuncionaria del Ministerio del Litoral durante el Gobierno correísta. Cierto o no, el hecho es que la “beata” – antes “mojigata”, según la versión de sí misma – terminó invocando la bendición divina para que el pueblo se una y encuentre la paz, etc., contradiciendo a su principal asesor que quiere regresar para ejercer su venganza “¡que será contundente!”. ¿O será que la paz a la que se refería en sus rezos contempla la eliminación de críticos y opositores?