POLÍTICA
A puertas de la segunda vuelta electoral en Ecuador, el correísmo vuelve a encender el debate sobre la dolarización con una propuesta que ha sido bautizada como “dolarización a la ecuatoriana”.

La idea, defendida por las asambleístas Paola Cabezas y Gisela Garzón, propone desincentivar el uso del billete físico y buscar mecanismos para generar “nuevos dólares”, lo que ha despertado alarmas en distintos sectores.
El tema ha cobrado fuerza después de que Cabezas y Garzón defendieran este modelo en el programa “Políticamente Correcto” el 16 de marzo. Sus declaraciones han sido interpretadas por sus críticos como un intento de introducir una moneda virtual paralela, similar a la propuesta de “ecuadólares” que ya fue planteada en el pasado por el excandidato presidencial Andrés Arauz.
“La dolarización no implica pensar en inglés, no, a la ecuatoriana, hay que hacer una dolarización que se sujete a las necesidades productivas que tenemos nosotros”, afirmó Cabezas, una de las figuras más visibles de la Revolución Ciudadana. El eje de la controversia radica en la interpretación de lo que realmente significa esta “dolarización a la ecuatoriana”.
Mientras el correísmo insiste en que se trata de mecanismos para fortalecer la liquidez sin afectar la estabilidad monetaria, economistas como Alberto Acosta Burneo advierten que esta propuesta podría ser un paso hacia la creación de dinero sin respaldo, lo que pondría en riesgo el sistema dolarizado.
Por su parte, Garzón mencionó que Ecuador ya emite monedas fraccionarias con rostros de personajes históricos, como Eloy Alfaro y Matilde Hidalgo, y defendió la posibilidad de potenciar los pagos digitales. Sin embargo, el concepto de moneda digital en un país dolarizado ha sido históricamente polémico. Este debate no es nuevo. El correísmo ha tenido históricamente una relación ambigua con la dolarización.
El expresidente Rafael Correa, en varias ocasiones, calificó la dolarización como “el más grande error de política económica” del país. Su exministro de Finanzas y exbinomio de Luisa González, Diego Borja, promovió en su tesis académica la desdolarización del Estado.
En 2021, durante la campaña presidencial, Andrés Arauz propuso la creación de “ecuadólares”, una moneda digital para transacciones internas. “Una especie de convertibilidad electrónica que, más bien, los dólares sean absorbidos y puedan ser usados para pagos internacionales”, explicó en una entrevista.

Ecuador, al adoptar la dolarización en el año 2000, emitió monedas fraccionarias de centavos de dólar para facilitar transacciones. Sin embargo, estas monedas están totalmente ancladas al dólar estadounidense y su circulación es limitada al mercado local.
La diferencia fundamental con la propuesta de ecuadólares es que estos no estarían respaldados directamente por dólares físicos en el Banco Central, lo que abriría la puerta a un sistema monetario dual.
La oposición y sectores empresariales insisten en que cualquier intento de introducir una moneda digital sin respaldo podría derivar en una crisis económica. La pregunta clave es si esta propuesta es una estrategia electoral para diferenciarse del modelo actual o si realmente podría ser implementada en caso de que Luisa González llegue al poder.
Lo cierto es que, en un país donde la dolarización ha sido sinónimo de estabilidad, cualquier modificación a este sistema genera un profundo debate. La próxima cita electoral será decisiva para definir el rumbo económico de Ecuador en los próximos años.