EDITORIAL

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OPINIÓN

Día del Liberalismo ecuatoriano

Hoy, 5 de junio, algunos sectores   del país ligados a la historia, la cultura y la política recordarán la transformación liberal liderada por el Viejo Luchador, general Eloy Alfaro Delgado. Su incursión en la historia patria, determinó grandes cambios sociales, educativos, económicos y políticos para lo que contó con el apoyo de grupos rebeldes campesinos, conocidos como Montoneros, de Manabí, Esmeraldas, Los Ríos y Guayas. Con el liberalismo de la época, se consolidaron en nuestra patria los principios de libertad, igualdad y confraternidad preconizados por la Revolución Francesa de 1789 que acabó con la monarquía reinante, impuso el republicanismo como sistema de gobierno y entronizó la democracia en la modernidad. Durante el período liberal,  se puso en marcha la educación pública laica, gratuita y obligatoria; se crearon los normales; se estableció la separación definitiva  del Estado y la Iglesia; se abrieron espacios para la participación de la mujer en la vida pública; se construyó el ferrocarril; se establecieron relaciones diplomáticas con muchos países del mundo;  se dio paso a los más amplios derechos y garantías individuales; se crearon las primeras organizaciones sindicales; en fin, los intereses populares se constituyeron en los ejes de la acción gubernamental. Con estas y otras acciones de la Revolución Alfarista, el Ecuador abandonó la concepción y la práctica de un Estado clerical, para dar paso a la modernidad. Cuando en 1912,  Eloy Alfaro, junto a otras figuras revolucionarias, fue sacrificado en  la “hoguera bárbara”, en un día obscuro de nuestra historia,  con él se incineraron  los ideales de la Revolución Alfarista y las reivindicaciones  sociales y populares por las que luchó sin claudicaciones, con tesón  junto a sus Montoneros.  Pese a los años, muchos postulados de los ideales alfaristas siguen vigentes y a la espera de liderazgos frescos que, desde el patriotismo, la honestidad y el entusiasmo cívico, los lleguen a consolidar.

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