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sábado, octubre 4, 2025

El cambio climático en la región andina

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El cambio climático ya no es un fenómeno lejano o abstracto. En la región andina se manifiesta con crudeza en la vida diaria de miles de familias campesinas, cuyo sustento depende directamente de la tierra. Sequías prolongadas y heladas inesperadas han alterado los ciclos productivos, generando pérdidas que no solo afectan a quienes siembran, sino también a quienes dependen de esa producción para alimentarse.

La agricultura en los Andes es históricamente resiliente; por siglos los pueblos han sabido adaptarse a un entorno duro y variable. Sin embargo, los patrones climáticos actuales superan las estrategias tradicionales de manejo agrícola. El retraso de las lluvias, el aumento de temperaturas en zonas altas y las heladas intensas destruyen cultivos de papa, maíz y quinua, base de la seguridad alimentaria de millones de personas.

El impacto económico es doble: las familias agricultoras enfrentan menor productividad y mayores costos, mientras los mercados urbanos ven encarecidos los alimentos. Esta situación profundiza las desigualdades sociales, pues los sectores más vulnerables son los primeros en sentir los efectos del desabastecimiento y el aumento de precios.

Frente a ello, no basta con declaraciones de buena voluntad. Los Estados deben invertir en investigación y tecnologías que permitan desarrollar semillas más resistentes, sistemas de riego eficientes y programas de seguro agrícola que respalden a los pequeños productores. La cooperación regional es también crucial, ya que el cambio climático no reconoce fronteras.

La región andina necesita mirar de frente esta crisis y actuar con decisión. El futuro de la agricultura, de la seguridad alimentaria y de millones de familias depende de una respuesta colectiva y sostenida. Ignorar el problema equivale a hipotecar el bienestar de las próximas generaciones.

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