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jueves, febrero 6, 2025

El debate: Mucho ruido, pocas nueces

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El refrán “Mucho ruido, pocas nueces” se utiliza para describir situaciones en las que hay mucha bulla, expectativa o promesas, pero pocos resultados concretos. Calza perfectamente la sabiduría popular de este refrán, aplicado al contexto del debate presidencial del pasado domingo y el cumplimiento de sus objetivos, pues generó gran expectativa mediática, política y social, ya que fue visto como momento clave para conocer las propuestas y la preparación de los candidatos. Sin embargo, dada la estructura del debate y el número de protagonistas, dejó poco contenido para el análisis ciudadano, pero si mucha decepción en los electores que esperaban claridad y soluciones reales a la situación que vive el país.

El refrán “Mucho ruido, pocas nueces” sirve para indicar que el debate presidencial se convirtió en un espectáculo denso, aburrido, casi vacío, pues los candidatos no pudieron centrarse en ofrecer propuestas concretas y abordar las preocupaciones de la ciudadanía, transformando la “bulla” en contenidos que no favorecieron la toma de decisiones. De hecho, un candidato puede hablar en términos vagos, por ejemplo, sobre cómo mejorar la economía, pero si no presenta datos concretos o planes específicos, su intervención puede ser solo “bulla” sin aportar “nueces” (resultados). Mucha publicidad y promesas, pero poca sustancia que motive un cambio en la intención de voto.

Por otra parte, el debate, al parecer, se centró más en la forma que en el fondo. Los candidatos priorizaron estrategias de imagen o frases impactantes, en lugar de abordar con seriedad los temas cruciales para la nación. Esto desilusionó a los votantes que esperaban claridad y soluciones reales, sobre todo cuando el debate se convirtió en un ejercicio de retórica vacío y no cumplió su objetivo de informar y guiar al electorado. Hay que decirlo: el debate perdió relevancia y no logró conectar con el electorado.

En todo caso, el debate presidencial, si lo enfocamos en términos de  ganadores y perdedores, podemos decir que el gran perdedor fue el TSE que, con todos los recursos y equipos humanos,  no logró construir y articular un formato apropiado para un evento público de tanta importancia y trascendencia para la democracia y el electorado ecuatoriano, que finalmente, también resultó un perdedor porque perdió la oportunidad de confrontar ideas, propuestas, visiones políticas, planes de gobierno y evaluar la capacidad real delos aspirantes a liderar el país.

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