Con las reformas aprobadas en octubre del año pasado por el Pleno del Consejo Nacional Electoral (CNE) al Reglamento y Manual del debate presidencial 2025, el pueblo ecuatoriano es destinatario hoy, del citado evento obligatorio para los 16 candidatos presidenciales de Ecuador.
El debate presidencial correspondiente a la Primera Vuelta, previsto para hoy, 19 de enero, será un programa con una duración aproximada de tres horas, dividido en dos franjas horarias. Esta estructura, según el CNE, busca garantizar que los candidatos a la Presidencia de la República presenten sus planes de gobierno en igualdad de condiciones en el marco de estos principios establecidos: credibilidad, independencia, objetividad, celeridad., transparencia, autonomía integridad, diversidad y pluralismo, interculturalidad y equidad.
Los electores tienen derecho a conocer el pensamiento político, los planes y programas, las propuestas, los fundamentos y motivaciones de su accionar frente a los destinos de la patria en aspectos puntuales como salud y educación, cultura y ciencia, hábitat y vivienda, trabajo y seguridad social, agua y alimentación, comunicación e información , libertad y democracia, derechos de las comunidades, pueblos y nacionalidades, endeudamiento e impuestos, narcotráfico y drogas, combate a la corrupción, relaciones internacionales y otros temas que exigen precisiones. Lamentablemente, la estructura del actual “debate” presidencial, ni de lejos permitirá que los electores puedan informarse y esbozar una idea, un concepto de la calidad de las propuestas y los planes de los “debatientes”.
No hay que olvidar que el debate, por definición, es un espacio democrático de controversia, polémica, discusión, para confrontar puntos de vista, ideas, proyectos, programas con respeto, cultura y educación, frente a un auditorio, con normas y tiempos de participación establecidos previamente, bajo la conducción de un moderador que equilibra de manera neutral, sin favoritismos, las intervenciones de los debatientes quienes deben evitar a toda costa la mentira, la falsificación de datos, la manipulación de la información, así como la ironía, la exageración, la imprecisión y obscuridad de ideas.
Este espacio democrático sería una pérdida de tiempo y una tomadura de pelo a los electores, si los debatientes, en el cortísimo tiempo que dispone cada uno, no abordan los temas planteados con verdadera seriedad y patriotismo, más allá de generalidades, protagonismos y lucimiento personal.