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viernes, agosto 8, 2025

El impacto de oír bien en la tercera edad

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Llegar a la tercera edad con calidad de vida es uno de los grandes retos de la sociedad. Caminar con seguridad, compartir una conversación, seguir el ritmo de una película o participar de una reunión familiar son situaciones cotidianas que muchas veces se dan por sentadas.

1 de cada 3 personas mayores de 65 años tiene algún grado de pérdida auditiva.

Pero para millones de personas mayores, oír bien puede ser la diferencia entre vivir plenamente o enfrentar un aislamiento silencioso.

 Según GAES, la pérdida de audición no solo es una condición común en la tercera edad, sino que también tiene consecuencias directas en la salud emocional, cognitiva y social de quienes la padecen.

 Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 3 personas mayores de 65 años tiene algún grado de pérdida auditiva. Esta condición, cuando no se detecta y trata a tiempo, puede afectar el equilibrio, aumentar el riesgo de caídas, reducir la autonomía y convertirse en un factor de aislamiento, tristeza o desorientación.  Además, la pérdida auditiva figura entre las principales causas globales de años vividos con discapacidad.

“La audición no es solo un sentido, es una puerta a la conexión con el mundo. Cuando esta se va cerrando sin darnos cuenta, también disminuyen las oportunidades de interacción, movimiento y bienestar”, explica Ariana Araujo, especialista de GAES.

¿Por qué es clave para envejecer con autonomía?

Escuchar bien en la tercera edad no es solo una cuestión sensorial, sino una herramienta vital para conservar la independencia  y calidad de vida. 

Según diversos estudios, las personas mayores con pérdida auditiva no tratada tienen hasta cinco veces más probabilidades de desarrollar demencia y tres veces más riesgo de sufrir caídas, en comparación con quienes mantienen una audición saludable. Esto se debe a que oír bien ayuda a orientarse, mantener el equilibrio y reaccionar ante señales del entorno.

Además este impacto físico, afecta directamente la salud emocional.  Se ha demostrado que más del 50 % de los adultos mayores con pérdida auditiva moderada o severa manifiestan síntomas de ansiedad o depresión.

Esta situación puede deberse a la frustración de no entender conversaciones, perder autonomía o sentirse desplazados. Por el contrario, quienes acceden a soluciones auditivas reportan mejoras en su autoestima, confianza y vínculos sociales.

A nivel social, Se ha observado que las personas mayores con pérdida auditiva no tratada tienen hasta un 28 % más de riesgo de aislamiento. La dificultad para seguir conversaciones hace que muchos eviten reuniones o prefieran permanecer en silencio, lo que reduce su participación en actividades familiares o comunitarias y debilita sus lazos emocionales. Con el tiempo, esta desconexión puede afectar su bienestar emocional y su sentido de pertenencia.

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