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jueves, septiembre 25, 2025

¡El paro!  Nefasto, aciago y fatídico

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Por.  Eduardo Diaz A.

El artículo de hoy, enjuicia el comportamiento hostil, respecto de quienes lideran el paro, que está cargado de violencia dirigido por intereses políticos. Hay que fijarse en lo detalles “donde se da rienda suelta al crimen, disfrazado de protesta”, la lucha social, no puede convertirse en plataforma política de audaces y bellacos que deslegitiman conquistas sociales históricas, lejos están de esos lideres de antaño, con criterio y convicción: como: Rumiñahui, Huayna Cápac, Transito Amaguaña, Dolores Cacuango “Mamá Doloreyuki”.

Hoy, buscan al pobre, a las bases sociales, solo para confrontarlo y arruinarlo, obligan a las comunidades a venderse en el oscurantismo de estos días, al margen de la legalidad. ¿Por qué? Porque el derecho a la protesta es un derecho humano fundamental reconocido por la Constitución y el derecho internacional, pero, se singulariza de manera expresa que debe ejercerse de forma pacífica, respetando la ley y los derechos de terceros. Y, en consecuencia, los principios del Estado, son el mandamiento nuclear del sistema, que fundamentan a la administración pública.

El Estado es indivisible y las instituciones y los ciudadanos tienen un vínculo indisoluble, no es pues de ninguna manera, un Estado para unos y ese mismo Estado para otros, el Ecuador tiene un ordenamiento jurídico para todo el territorio ecuatoriano, con lo cual la fuerza pública tiene el deber de protegerlo si existe una amenaza legítima.

Ecuador, no puede convertirse en el país del caos y la división, “el país requiere de educación, formación permanente, trabajo, mucho trabajo y paz”.

El Ecuador, requiere de evolución social, sin axiomas de “amenazas”, queremos un cambio participativo, con propuestas, con deliberativa pública, con razonamiento, formación y sensatez, en ese orden y posicionamiento debe promoverse la participación ciudadana, con calidad democrática, por una gobernanza publica con dimensión normativa en defensa de nuestra razón identitaria y del bien común.

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