El sueldo presidencial de Velasco Ibarra: “Ejemplo de honestidad”

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HISTORIA

Su proverbial desprecio por el dinero lo condenó a vivir toda su vida al borde de la pobreza y a la hora de su muerte casi en la miseria. Si el Presidente Velasco Ibarra aborrecía el dinero y decía que es “el estiércol del diablo”, sus colaboradores y ministros en cambio eran “hombres enloquecidos por la plata”.

Edwin Chávez Medina, cronista e investigador riobambeño, señaló que el Expresidente Velasco Ibarra durante su carrera política alguna vez afirmó: “A mí no me interesa la fortuna, a mi me interesa la gloria”. Gobernó en total 12 años, 12 largos años en los cuales padeció según él  de “la soledad del poder”, por tal motivo según varios historiadores; Velasco Ibarrra fue una fuente inagotable de contradicciones y ambigüedades.

Ideológicamente indefinido, sus discursos y actos se acomodaban a las circunstancias del momento. Sus veleidades políticas lo hicieron fluctuar entre ser el líder indiscutible del la “chusma noble y sublime” a ser llamado “el último caudillo de la oligarquía”. Su fogosa oratoria salpicada de una desbordante demagogia, fueron sus mejores armas para ganarse la adhesión popular que lo encumbró tantas veces a la presidencia.

Una arrolladora retórica que lo llevó a pronunciar su más famosa frase: “dadme un balcón y seré presidente”. Pero no nos dejemos engañar por tan lírica afirmación, pues detrás de cada balcón velasquista existía una verdadera máquina electoral pagada y organizada por la oligarquía que fue la principal usufructuaria de los regímenes velasquistas.

Esa fogosidad y vehemencia que lo llevó de tumbo en tumbo desde el inicio mismo de su carrera política y lo condenó varias veces al ostracismo político y al doloroso destierro. Sí, doloroso y triste fue el destierro para Velasco pues en ese entonces no existía el dorado sueldo vitalicio del que disfrutan hoy los Expresidentes y tuvo que sobrevivir precariamente, porque contrariamente a lo que generalmente se cree, el Dr. Velasco no siempre conseguía trabajo mientras padecía el exilio, situación que alguna vez en su desesperación por sobrevivir le obligó a vender sus condecoraciones y medallas que recibió mientras era Presidente.

Durante su larga carrera política, Velasco no acumuló ningún bien material; mientras fue Presidente vivió de su sueldo de primer mandatario, sueldo que en aquellos años era modesto tal como lo demuestra el cheque emitido por el Banco Central durante su segunda presidencia, cobrado y firmado al reverso con su puño y letra. (16)

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