El 2025 ha puesto a prueba la resiliencia del país. A comienzos de año, intensas lluvias causaron deslizamientos, inundaciones y cortes de vías, dejando comunidades incomunicadas y pérdidas materiales.

Solo entre enero y marzo, la Secretaría de Gestión de Riesgos reportó cientos de emergencias por causas naturales, muchas por colapso de infraestructura y daños a predios.
Hoy, con la temporada seca, aumentan los incendios forestales, que ya han consumido miles de hectáreas y afectado reservas, cultivos e infraestructura. A esto se suman recientes sismos, recordando el riesgo de terremotos y tsunamis.
El país enfrenta amenazas naturales constantes, con efectos directos sobre la población y su entorno. Frente a este escenario, las empresas —ya sean grandes industrias o pequeños emprendimientos— se ven cada vez más expuestas. Los fenómenos climáticos no solo alteran el entorno: impactan directamente en la continuidad operativa, la logística, la seguridad del personal y la estabilidad financiera.
Según estimaciones de organismos internacionales como la ONU, los desastres naturales generan cada año pérdidas superiores a los USD 15.000 millones en América Latina, considerando tanto daños directos como efectos indirectos sobre las economías locales.
“Hoy más que nunca, las empresas deben entender que prepararse para un evento climático no es un gasto extra, es parte de una cultura preventiva. El seguro juega un rol fundamental dentro de esa estrategia”, señala María Augusta Lucio, Gerente de Desarrollo de Negocios de Seguros Alianza.
La experta señala que existen recomendaciones importantes que toda empresa debe tener en cuenta ante esta nueva realidad climática:
1. Identificar los riesgos propios del entorno.
2. Revisar si su infraestructura está protegida adecuadamente.
3. Pensar en la continuidad del negocio.
4. Incluir a las personas y activar el seguro como parte del plan de protección.
5. Buscar asesoría profesional para estructurar un plan de gestión del riesgo.