Por: Mildred Molineros
Donde hay personas, hay relaciones. Y donde hay relaciones, surgen conflictos. El problema no es el conflicto en sí, sino cómo lo gestionamos dentro de las organizaciones.
Evitar el conflicto puede parecer una solución rápida, pero muchas veces termina siendo la más costosa. Se acumulan tensiones, baja la productividad, se fracturan equipos y, lo más grave, se pierde talento valioso.
Las empresas que no tienen una cultura de resolución de conflictos presentan consecuencias como: mayor rotación de personal, ambientes tensos y comunicación limitada, personas que no aprenden a trabajar en equipo, equipos que operan desde la desconfianza, liderazgos autoritarios o ausentes frente a los desacuerdos.
Los colaboradores no necesitan solo un espacio puntual, sino sentirse escuchados de forma continua. No basta con una reunión anual con su jefe: se requiere contar con espacios regulares donde realmente puedan expresar sus ideas, inquietudes y necesidades. Cuando esto sucede, esa experiencia de ser escuchados se convierte en motivación genuina y compromiso con la empresa.
Muchas empresas exitosas han entendido esto e implementan sistemas de escucha continua. Un ejemplo inspirador es el de Lincoln Financial Group, que ha desarrollado una estrategia integral para mantenerse conectada con su gente. Esta empresa combina encuestas de compromiso, foros de diálogo y espacios informales para recoger de manera constante las voces de sus colaboradores.
Gracias a esta práctica, pudieron recoger información valiosa y generar acciones alineadas con las verdaderas necesidades de su gente. Como resultado, el 76% de sus empleados declaró sentirse con posibilidades reales de crecimiento dentro de la organización, superando en ocho puntos el promedio del sector. Pero no se quedaron en la escucha: implementaron acciones concretas como Get CAREER FIT, un programa de desarrollo profesional con herramientas personalizadas, y establecieron Meetings by Lincoln, una guía para reducir reuniones innecesarias y proteger el tiempo de sus equipos. Durante la pandemia, activaron los Feedback Fridays para monitorear el estado emocional del personal y responder con agilidad.
Esta cultura de escucha continua no solo fortaleció el sentido de pertenencia, sino que mejoró la retención del talento y permitió tomar decisiones más acertadas y humanas. Lincoln Financial Group demuestra que cuando se escucha bien, se lidera mejor.
El conflicto no desaparece por sí solo: se transforma, se acumula y termina afectando lo más valioso de una organización —su gente, su clima y su propósito. Cuando no se cuenta con herramientas, espacios de escucha, formación ni protocolos claros, lo que podría haberse resuelto a tiempo se convierte en crisis.
Por eso, construir una cultura de escucha y resolución de conflictos adecuada no es un lujo, es una necesidad estratégica. Capacitar a los equipos, establecer rutas internas de gestión, fortalecer habilidades y brindar herramientas permite no solo prevenir el conflicto, sino también generar entornos de confianza, pertenencia y compromiso.
El conflicto puede ser una fuente de desgaste o una oportunidad para fortalecer a los equipos.
La diferencia está en la cultura que decidamos construir.