MUNDO
Las tensiones entre Israel e Irán han alcanzado un nuevo punto crítico tras una serie de ataques aéreos israelíes que golpearon instalaciones nucleares clave en territorio iraní. El gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu justificó la ofensiva como una medida preventiva ante lo que considera un “avance peligroso” del programa nuclear iraní hacia la construcción de un arma atómica.

La operación, que inició el viernes 13 de junio, dejó daños significativos en el complejo de enriquecimiento de uranio en Natanz y provocó la muerte de varios científicos vinculados al sector nuclear iraní, según confirmó el propio Netanyahu. “Actuamos para frenar una amenaza inminente. Si no lo hacíamos, Irán podría estar a meses de conseguir una bomba nuclear”, afirmó el mandatario israelí.
Por su parte, Irán rechazó enérgicamente las acusaciones. El ministro de Relaciones Exteriores, Abbas Araghchi, calificó los bombardeos como una “grave violación del derecho internacional” y aseguró que su país responderá militarmente. De hecho, Teherán ya ha lanzado misiles y drones como represalia, al tiempo que insiste en que su programa nuclear tiene fines exclusivamente pacíficos.
Evidencias, dudas y controversia
Aunque Israel sostiene que posee inteligencia que demuestra avances concretos en la construcción de componentes para una bomba –como núcleos metálicos de uranio y fuentes de neutrones–, expertos internacionales han puesto en duda esa versión. Kelsey Davenport, directora de política de no proliferación en la Asociación de Control de Armas de EE.UU., señaló que no se ha presentado evidencia concluyente de que Irán esté fabricando un arma nuclear.
“El tiempo estimado para que Irán logre una bomba es incierto, pero sigue siendo improbable que esté cerca de alcanzar ese objetivo sin pasos clave que aún no ha dado”, explicó Davenport, subrayando que las agencias de inteligencia estadounidenses no creen que el líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, haya autorizado la reactivación de un programa militar desde que se suspendió en 2003.

Evaluación del OIEA
Rafael Grossi, director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), confirmó que Irán posee suficientes reservas de uranio enriquecido al 60%, un nivel técnicamente cercano al umbral necesario para fabricar un arma nuclear. No obstante, indicó que no existen pruebas claras de que ese material esté siendo desviado con fines militares. “Es preocupante, pero no podemos confirmar que su programa tenga fines armamentísticos”, declaró.
Grossi también confirmó que las instalaciones atacadas en Natanz e Isfahán sufrieron daños importantes, incluyendo la destrucción de laboratorios y afectaciones en la infraestructura eléctrica crítica. Las centrifugadoras podrían haber sido gravemente dañadas por la pérdida repentina de energía, aunque los niveles de radiación externa se mantienen dentro de rangos normales.
Escalada y consecuencias
Mientras continúan los ataques aéreos israelíes y los contraataques iraníes, el riesgo de una escalada militar en la región crece. El OIEA expresó su preocupación ante la falta de acceso para verificar la integridad del programa nuclear iraní, especialmente tras los ataques y la decisión de Teherán de instalar nuevas instalaciones de enriquecimiento en ubicaciones secretas.
Israel, por su parte, ha dejado claro que no cesará sus operaciones hasta “eliminar la amenaza”. Sin embargo, expertos advierten que los ataques podrían retrasar, pero no detener, el conocimiento y las capacidades nucleares de Irán. “Destruir infraestructura no elimina el saber técnico. Irán puede reconstruir, y con mayor rapidez que en el pasado”, advirtió Davenport.
El conflicto revive temores de una nueva crisis nuclear en Medio Oriente, mientras la comunidad internacional observa con cautela, intentando contener un escenario que podría tener consecuencias globales.