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jueves, julio 3, 2025

Fito y Fede

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Por: Kleber Mantilla

Los relatos noticiosos sobre huidas y recapturas de presos en Ecuador están subexplotados, pues califican para fructíferos guiones de Hollywood. La trama de recaptura del narcotraficante insigne de los Choneros, Adolfo Macías Villamar, alias Fito, en una mansión con búnker, con siete allanamientos, una jueza que ordenó quemar evidencias, un millón de dólares de recompensa, un azaroso sistema de lavado de dinero, su posible extradición a EE.UU., sus lujos en viviendas y 43 bienes en disputa, sus testaferros y una niña de tres años, contienen la historia de una película de suspenso y drama.

El abierto desafío a un poder judicial, cooptado por el crimen organizado, se propagó con la evolución del narcotráfico: llegada de carteles mexicanos y las narcoguerrillas colombianas, marcan el apogeo de bandas locales en contienda. Esto por las rutas y salidas al exterior de la cocaína producida en la región y la venta de armas. Una crónica sangrienta digna de un premio Óscar, que narra la explosión en cuarteles, asesinatos de periodistas, magnicidios políticos calcados, el FBI; y, recién, una emboscada a 11 militares asesinados. Lo acusan a Roberto Carlos Álvarez, cabecilla de los Comandos de la Frontera, capturado por la Interpol de Abu Dabi; allá, donde venden los lingotes de oro de la minería ilegal.

Un guion de cine de detectives tiene que incluir el escape vestido de militar del líder de los Águilas, Federico Gómez Quinde, alias Fede, brazo armado de los Choneros. Es que la magia cinematográfica puede recrear la personalidad intensa del mafioso, sus pasiones, delirios y conexiones. Por ejemplo, la historia de Daniel Salcedo, un influencer en la cárcel, desde cuando cayó en Perú en una avioneta huyendo cuando lo acusaban de sobreprecios por la venta de fundas de cadáveres durante la pandemia de Covid. Sus nexos con el narco, ‘El Patrón’, Leandro Norero, y las masacres carcelarias. Su verdad perturbadora sobre el asesinato de Fernando Villavicencio y las razones por las que lo intentaron matar en una prisión de Riobamba. ¿Quién dio la orden de acabar con su vida? ¿Qué es lo que él sabe?

La captura de Fito no solo muestra lo pintoresco de nuestros jueces y fiscales, lo difícil de tomar decisiones ante la amenaza, el soborno y la desmemoria, sino el enredo jurídico heredado a pretexto de enfrentar al crimen. Con funcionarios públicos de la Agencia de Tránsito de Manta, protagonistas, que ejercen como escoltas y campanas de peligrosos narcos. Revela que nuevos Fito aparecerán en una economía mundial de consumo de droga, armas y oro. Esto, hasta que no se depuren los puertos privados y caigan las lavanderías de dinero sucio. Un largometraje merecedor para ganar un Óscar.

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