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domingo, septiembre 21, 2025

Fuera subsidio a un diésel que olía a rancio

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Por: Mauricio Riofrío

Eliminar subsidios no es una medida simpática, ni mucho menos populista y precisamente por eso es correcta. El presidente Noboa consciente de que el diésel no es sagrado, se atrevió a cortar un cordón umbilical que alimentaba a contrabandistas en la frontera, a mafias organizadas y a una clase política que prefiere la distorsión antes que la responsabilidad fiscal, porque sostener un subsidio que favorecía más al crimen transnacional que al pueblo, era como seguir regando gasolina al fuego de la corrupción que, parecía estar en un altar.

La decisión debilita a los carteles que ordeñaban la caja pública gracias a un sistema perverso que disfrazaba de “solidaridad” lo que en realidad era un coladero de dinero. El 81% del subsidio estaba diseñado para una política ineficiente. La pregunta es sencilla: ¿era justo seguir regalando los recursos de todos para sostener un combustible contaminante, en un país en donde faltan hospitales y los existentes no tienen medicinas?

Los opositores de siempre, los que reclaman desde la comodidad de su dogma, repiten como loros la consigna del “golpe al pueblo”, esos dirigentes de izquierda que sueñan con incendiar Quito a la menor provocación olvidan que, en otros países con políticas ambientales serias, el diésel tiene impuestos adicionales por contaminante. Aquí, en cambio, querían mantenerlo subsidiado, como producto de una ecuación absurda que gasta dinero público para enfermar pulmones y enriquecer contrabandistas.

Las cuentas fiscales no mienten, con el reordenamiento y focalización aproximadamente USD 1.100 millones serán destinados a nueve sectores, cifra que no es un invento tecnocrático, es dinero real para compensaciones y un saldo a la caja fiscal que puede ir a educación, seguridad o salud.

Mientras tanto, los transportistas amenazan y el violento Iza también. ¡Qué novedad! Nunca piensan en el futuro del país, solo en cuánto podrán exprimir al Estado en la siguiente negociación que ahora se llaman “mesas de trabajo”. Como si la Patria fuese su grifo privado.

La eliminación del subsidio no es razón para encarecer los precios al consumidor, no hay justificación técnica para ello, si alguien se atreve a especular, habrá que llamarlo por su nombre, abuso disfrazado de “ajuste”. Las compensaciones focalizadas acertadamente se concentran en quien realmente lo necesita y no en mafias que desangran al país, respaldar la decisión, no es un capricho, es sentido común económico porque siempre será positivo sincerar los ingresos y egresos del Estado.

Queda claro, defender subsidios irracionales es defender al contrabando, al déficit y al caos. La izquierda ciega lo llama “justicia social”, la historia lo llamará por lo que es: un disparate. Y el tiempo pondrá la firma de Noboa como la de un mandatario que acertó, se atrevió a hacer lo que otros callaron por miedo a los gritos de unos cuantos dirigentes que confunden Patria con botín.

Basta de gatopardismo -cambiar todo para que nada cambie-, este es un golpe real al desorden, un ajuste que duele pero que sana, el subsidio murió, la Patria respira…

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