Por. Eduardo Diaz A.
El humanismo, siempre se ha distinguido, por intentar resolver los problemas comunes del hombre y la humanidad, desde el cuestionamiento en la vida medieval y el saber universitario.
Para nadie es desconocido, que el humanismo, forma parte fundamental en el comportamiento y la actitud del hombre, y, es aquí, donde es en esencia de alto valor, porque evoluciona la forma en como vemos la realidad y desarrolla el pensamiento crítico.
Y, se preguntarán, ¿por qué el título, humanismo y democracia?
Porque la concreción humanista es transversal a la democracia, primero porque es práctica y segundo por los factores que la mueven como: El comportamiento de antihumanistas, los antivalores, el peso de la injusticia humana, y, en esa dolorosa percepción social las condiciones se agravan, porque van en escalada.
Ante estos males, ¿qué hacemos? Actuar racionalmente, con pensamiento geométrico, respecto del triángulo de la libertad ( por mí, por ti, por nosotros) , porque solo en democracia y libertad, se pueden resolver los problemas, y proyectarnos hacia el futuro, de hecho, el humanismo moderno fomenta la participación activa de la gente para promover la transparencia, y eso solo es posible en regímenes democráticos, sin autocracias, dictaduras, hiperpresidencialismos, ni sus equivalentes socialistas, que, lo que hacen es, empobrecer más al pobre, agudizar la violencia, generando un crecimiento exponencial en la masa de dolor y sufrimiento de la gente., si usted duda, de lo que le digo, haga el ejercicio y analice el deflactor del pib de regímenes socialistas en América Latina (concepto fundamental para entender el comportamiento de la economía de un país).
La reflexión es entonces, dejar una herencia incorruptible, que son dones accesibles, porque dependen de nosotros, cuidando de nuestras necesidades, y las de otros, porque tanto para los que tenemos fe, como para los que esa misma fe no tienen, coincidimos en que todo es posible arreglarlo; con humanismo, democracia y libertad.