MASACRE
El barrio de Solanda, al sur de Quito, está de luto tras una masacre que se cobró la vida de tres jóvenes la noche del domingo 18 de agosto de 2024. Entre las víctimas se encuentra Jordan Maigua, un joven de 21 años y conocido influencer en redes sociales, cuya muerte ha generado conmoción y llamado a la reflexión sobre la violencia en la ciudad.
El ataque ocurrió en la calle J, donde sujetos armados en motocicletas irrumpieron en la escena y abrieron fuego contra un grupo de jóvenes. El saldo del brutal ataque fue trágico: dos personas murieron en el lugar de los hechos y una tercera en un centro de salud cercano. Dos días después, el canal TVC divulgó un reportaje con videos que muestran a las víctimas en los momentos previos al ataque, brindando una perspectiva desgarradora sobre la violencia desatada.
Antes del fatal suceso, los jóvenes se encontraban en un parque cercano, donde disfrutaban de un momento de esparcimiento. Los videos revelan que estaban a bordo de motocicletas, lo que tiene especial relevancia ya que Jordan Maigua era un conocido aficionado a estos vehículos. Con una destacada presencia en TikTok, Maigua contaba con más de 60.000 seguidores y había publicado su último video el 16 de agosto, apenas dos días antes de su muerte.
Su familia y amigos han expresado su dolor y buscan que se haga justicia por su fallecimiento. El padre de Jordan, en una entrevista con TVC, subrayó el carácter tranquilo y honesto de su hijo, y pidió que no se lo relacione con actividades delictivas. “Fue tan rápido, que dispararon a todo el mundo. Mi hijo estuvo en el momento equivocado y es una víctima colateral,” dijo el progenitor, quien clama por una investigación rigurosa y la limpieza del nombre de su hijo.
Imágenes y videos del ataque, que circulan en redes sociales, muestran a dos hombres en motocicleta abriendo fuego contra el grupo. En las grabaciones se observa cómo uno de los atacantes se baja y remata a las víctimas en el suelo. La madre de Jordan Maigua reveló que su hijo recibió dos impactos de bala, uno en el brazo y otro en la espalda, y expresó que los asesinos “ni siquiera le vieron la cara” antes de disparar, sugiriendo que su hijo podría haber sido víctima de una equivocación.
En el lugar del ataque se encontraron 13 casquillos de bala, algunos de los cuales impactaron en las paredes de las viviendas cercanas, destacando la gravedad y el alcance del tiroteo. La comunidad de Solanda, junto con las autoridades locales, ahora enfrenta el desafío de abordar este acto de violencia y buscar respuestas para prevenir futuros episodios de este tipo.
