EDITORIAL
La temporada lluviosa se instaló en Ecuador y con ella inundaciones, deslaves, proliferación de accidentes por la calzada mojada, árboles caídos, enfermedades y otros males que nos trae la naturaleza como resultado, entre otras causas, del descuido, de irresponsabilidades, imprevisiones de personas e instituciones encargadas de enfrentar la temporada.
En la región Litoral, algunos ríos, especialmente en las provincias costeras Esmeraldas, Manabí, Los Ríos y Guayas, los ríos han incremento sus caudales por efecto de las lluvias, representando inminente peligro para la población. De hecho, muchos sectores de la región se hallan bajo el agua, situación agravada por evacuación de las aguas de la represa Daule-Peripa.
Por otra parte, en la Sierra, de norte a sur, hay miles de personas afectadas, centenares de viviendas dañadas y destruidas, puentes colapsados y más daños colaterales a causa del invierno catastrófico. El cantón Alausí, fue el más afectado, donde, a decir de un morador, ocurrió el desastre más terrible de su historia del que se ocupó ampliamente la prensa nacional e internacional y adonde concurrió el presidente Lasso. Por su parte, efectivos de la Policía, Fuerzas Armadas, bomberos, rescatistas, emprendieron en la dura tarea de encontrar sobrevivientes, y cada vez se sigue incrementando el saldo trágico que hasta la fecha supera el medio centenar de víctimas y otro tanto de desaparecidos.
En cuanto a las carreteras de la Sierra a la Costa, en el caso particular de la ciudad de Riobamba, la vía Balvanera- Pallatanga-Bucay, vía de dos carriles, reconstruida con hormigón rígido de l06.6 kilómetros, se encuentra en pésimas condiciones. Igual ocurre en las otras vías de conexión con la Costa ecuatoriana.
Sabemos que la temporada invernal es cíclica, ocurre todos los años, por lo que se supone que no nos coge desprevenidos. Las furias de las aguas han desbordado la construcción de diques y presas, de encausamiento de los ríos, todo lo cual afecta gravemente la economía del país. Las autoridades deben extremar los planes de contingencia, así como los mecanismos de articulación interinstitucional para afrontar los estragos de la etapa invernal.
