Por. Eduardo Díaz A.
La ética ciudadana, la ética pública y la responsabilidad colectiva constituyen pilares fundamentales para la consolidación de una sociedad democrática, justa, transparente y participativa. En el Ecuador, estos principios no solo tienen un carácter moral, sino también jurídico, y están consagrados en el marco normativo vigente, particularmente en la Constitución de la República del Ecuador y en leyes complementarias.
Se requiere del músculo necesario, para promover un comportamiento individual, basado en principios que promuevan el bien común y el respeto mutuo, hay que exterminar la colusión pública que, son los “acuerdos o pactos” entre un funcionario público y un particular para defraudar al Estado.
La geometría pública y Constitucional, requiere que la teoría sea puesta en práctica, a partir de la “excitativa de justicia”, es decir de manera pronta y efectiva, y, del derecho “lato sensu” que tienen las personas, en sentido amplio.
La Academia de Atenas, escuela filosófica, fundada por Platón, tenía consignada a la entrada una frase “aquí no entra nadie que no sepa geometría”, los filósofos de la época quedaron fascinados con el misterioso proceder de la geometría, por esta razón siempre insisto en el pensamiento geométrico en la esfera pública.
Nuestro ordenamiento jurídico, se explica geométricamente desde una figura triangular, en la cúspide la Constitución y en los ángulos los Tratados Internaciones y Leyes Orgánicas, igual sucede con los principios que fundamentan a la administración pública, geométricamente representada por una figura geométrica donde en la cúspide está la transparencia y en los ángulos la participación y la eficiencia.
Resulta útil seguir la analogía geométrica en la vida cotidiana, y en la esfera pública, para un mejor entendimiento y posicionamiento de las ideas, para deliberar sobre lo fundamental, con participación, colaboración, exigiendo transparencia y eficacia, para demoler la colusión pública y privada en el Ecuador.