Artículo de Opionón Por: César Ulloa
He visto cambiar a la gente de actitud por un plato de lentejas, peor aún, si disponen de guardaespaldas, conductores, asistentes, viajes al exterior, tarjetas de presentación, lugares estelares en las mesas y lluvias de fotos. Los unos y los otros sufren tremendas resacas cuando se les acaba los cuatro minutos de fama y regresan a ser comunes, silvestres y mortales. Por eso, no deja de ser grotesco, ruidoso e incómodo el falso glamour del poder, manifestado en inmensas caravanas, bambalinas y grupos de fotógrafos captando hasta los más mínimos detalles de los poderosos. La mayoría de las veces, detalles banales.
Ahora resulta que, hasta los funcionarios del más bajo rango, sin que ello desmerezca sus funciones, tienen un séquito de servidores que les cargan las carteras, les pasan los papeles, les ponen polvo de maquillaje, les peinan, les guardan espacio en las reuniones. Con la inseguridad, todos se sienten vulnerables y requieren guardaespaldas y carros blindados. Los arribistas quieren ser parte de esa telenovela, en donde son importantes, distantes, extraños frente al mundo que vive la mayoría de la población.
La droga del poder tiene la fórmula de “fingir para sobrevivir” frente a las cámaras de televisión, pantallas de celulares y audiencias de cualquier espacio. Todo debe estar calculado, el guión bien escrito, la dentadura emblanquecida, los gestos perfectamente fingidos. Atrás, la muchedumbre deleitándose en las redes sociales por sus ídolos, a pesar que saben que la virtualidad es completamente distante de la realidad. Esta banalidad reduce todo al Tik Tok, al vídeo rápido como si la política fuese una esfera fatua, vacía, intrascendente.
En estas elecciones necesitamos identificar aquellos que quieren llegar al poder por glamour, debido a su adicción, a sus complejos de superioridad, al fanatismo por la cosmetología, a la frivolidad, a los “likes”. Frente a ello, necesitamos gente auténtica, de carne y hueso, que sepa de la realidad, que camine con sencillez y que comprenda la crisis que atravesamos en todas sus dimensiones. Frente a la droga del poder, tenemos el poder del voto.