Artículo de Opinión Por: Beatriz Viteri Naranjo
La función de los abogados está guiada por varios principios que son fundamentales para garantizar que se respeten y se haga efectiva la protección de los derechos humanos. El rol del abogado es multifacético y esencial en la sociedad, desempeñando funciones clave en la administración de justicia, la protección de derechos y la promoción del orden legal.
Ecuador ha enfrentado una crisis social y política significativa en los últimos años, marcada por protestas masivas, tensiones económicas, y cambios en el liderazgo político; así como también, ha experimentado un aumento significativo en la violencia y la inseguridad, en varias ciudades del país, provocando un incremento en los homicidios, feminicidios, secuestros y enfrentamientos entre bandas criminales, muchas de las cuales están vinculadas al narcotráfico; lo cual, sin duda, ha generado una percepción de inseguridad y ha añadido presión sobre el gobierno.
La falta de consenso en la Asamblea Nacional ha llevado a un estancamiento legislativo, lo que ha dificultado la implementación de reformas necesarias; sumado a ello, las tensiones entre el ejecutivo y el legislativo ha generado un clima de inestabilidad política, que causa mucha decepción en los ciudadanos; más aún, al estar próximos a un nuevo proceso electoral.
Los escándalos de corrupción que se han develado, como la participación en fraudes, manipulación de casos, compra y venta de fallos judiciales, en los que están involucrados abogados en libre ejercicio, jueces, fiscales, contribuyen al desprestigio de la profesión en general; ya que, se deduce que están más interesados en el dinero y el poder, que en la justicia.
El ejercicio de la abogacía reclama, irremediablemente, un proceder ético con respeto de las reglas deontológicas, que brinda un elevado estatus de respeto, confianza y credibilidad en el profesional; así como, la excelencia en la gestión judicial plantea la obligatoriedad de la conducta ética de todos sus servidores.
La falta de independencia judicial en Ecuador es un obstáculo significativo para los abogados que sí están comprometidos con la verdad y la justicia, ya que, los procesos judiciales pueden ser manipulados, lo que desalienta la defensa efectiva de las víctimas; sin embargo, su trabajo es crucial para avanzar en la protección y promoción de los derechos humanos en el país, incluso en un contexto marcado por injusticias sistémicas y desafíos profundos. Su labor va más allá de los tribunales, influyendo en la opinión pública y promoviendo una cultura de derechos humanos. Su misión es utilizar el poder de la ley para hacer el bien, promoviendo un sistema justo y equitativo.
El ideal de un buen abogado es ser la voz de quienes no tienen voz, un defensor incansable de la justicia y la verdad, comprometido con la integridad y la ética en cada acción; no solo debe tener un cúmulo de conocimientos, sino, poseer una profunda empatía por sus clientes, luchando por sus derechos, con valentía y solidaridad.