La palabra presidencial

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Holderlin, el gran poeta alemán, decía: “El lenguaje es el bien más precioso y a la vez el más peligroso que se ha dado al ser humano”.  Efectivamente,  las palabras pueden ser sinceras y, si son bien empleadas, calman, fortifican, consuelan, animan, mitigan al menos por un instante cualquier esterilidad o desatino. Pero también, pueden tornarse mentirosas, demagógicas, venenosas, traidoras, engreídas, sarcásticas, humillantes, pendencieras, descalificadoras como lo fueron en la década del poder total de Rafael Correa.

Si las palabras son presidenciales, cobran un valor excepcional por sus connotaciones nacionales. Y por lo mismo, deben ser mesuradas, prudentes, cautelosas, serias, serenas, repensadas, oportunas, nunca traída de los cabellos con intenciones hilarantes que se convierten en inoportunas y pueden causar vergüenza ajena en el auditorio.

¿Fueron oportunas, adecuadas a la situación comunicativa, estas expresiones dichas por el presidente Moreno en el centro de convenciones de la Universidad Espíritu Santo (Uess) en Guayaquil,  durante el evento denominado ‘Ecuador: Destino Confiable de Inversiones? “Yo veo que las mujeres muchas veces denuncian los acosos, es verdad, y está bien que lo hagan”, “Pero a veces veo que (ellas) se ensañan con aquellas personas feas en el acoso. Es decir que el acoso es cuando viene de una persona fea, pero si la persona es bien presentada, de acuerdo a los cánones, suelen no pensar necesariamente en que es un acoso”.

Más allá de que el Presidente tiene derecho a decir lo suyo y supuestamente a equivocarse y luego pedir disculpas, la palabra presidencial despertó rechazo en la población ecuatoriana por la ligereza e  insustancialidad, superficialidad e insulsez que fue abordado un tema tan delicado, complejo y difícil. Porque, lamentablemente el acoso es un delito que está en la cotidianidad de las aulas escolares, en los puestos de trabajo, en los centros comerciales, en el transporte público, en los estadios, en la calle, etc. Desafortunadas las declaraciones del Presidente, sobre todo cuando el índice de su popularidad y credibilidad no se encuentra en posiciones relevantes.

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