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sábado, julio 5, 2025

Leer: una urgencia educativa para el Ecuador

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Fomentar la lectura desde la infancia no es solo un acto cultural; es una decisión estratégica para el desarrollo de un país. En Ecuador, donde los resultados educativos reflejan desafíos persistentes en comprensión lectora, equidad y acceso al conocimiento, impulsar el hábito lector desde los primeros años de vida debería ser una prioridad nacional.

Un niño que lee con frecuencia desarrolla un pensamiento crítico más sólido, un vocabulario más amplio y una mayor capacidad para expresar sus ideas. Más allá de lo académico, leer forma seres humanos más sensibles, empáticos y conscientes de su entorno. Y eso, en un país que necesita ciudadanía activa y comprometida, es más valioso que nunca.

En muchos hogares ecuatorianos, sin embargo, los libros no forman parte del entorno cotidiano. Las causas son múltiples: falta de acceso, escasa promoción por parte del sistema educativo, ausencia de bibliotecas comunitarias, y en algunos casos, una visión utilitaria de la lectura que la asocia únicamente con la escuela y no con el disfrute. El resultado es preocupante: según evaluaciones regionales, un porcentaje significativo de nuestros estudiantes no alcanza niveles básicos de comprensión lectora.

Fomentar la lectura desde temprana edad implica empezar mucho antes de que el niño entre al aula. Implica leer en casa, desde la cuna; implica que los padres, maestros, bibliotecarios y líderes comunitarios comprendan que un cuento contado antes de dormir o una historia compartida en familia no son solo momentos de afecto, sino semillas de conocimiento.

El Estado, por su parte, tiene una responsabilidad clara: garantizar el acceso a libros adecuados, formar a los docentes en estrategias lectoras, promover bibliotecas escolares y comunitarias activas, e impulsar campañas que reconozcan el valor de la lectura no como un lujo, sino como un derecho. Las políticas públicas deben entender que cada niño que crece sin libros es un ciudadano con menos herramientas para afrontar la vida.

Fomentar la lectura desde la infancia no es un lujo cultural ni una tarea secundaria. Es, quizás, la inversión más poderosa que puede hacer el Ecuador si aspira a una educación de calidad, a una sociedad más justa y a un futuro con ciudadanos pensantes. Los libros no cambian el mundo por sí solos, pero sí cambian a quienes lo habitan. Y eso es, en esencia, el poder transformador de la lectura.

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