El dolor que provoca la pérdida de un familiar es una situación que, aún en le etapa de aceptación, genera una situación de angustia incontenible para quienes quedan con el recuerdo de esa persona. Imaginemos un peor escenario si ese ser querido, de un momento a otro, muere de forma violenta y repentina, como en un accidente de tránsito.
En Chimborazo hemos atestiguado en las últimas semanas un crecimiento manifiesto de accidentes de tránsito, con saldos lamentables. Muertos y heridos, entre hierros retorcidos, en escenas impactantes y desgarradoras. Varios de ellos con protagonistas en estado etílico.
Recordemos que a través de distintas instituciones en la provincia se han organizado campañas recurrentes para concienciar a las personas de la importancia de la educación vial. ¿Pero qué resultados hemos obtenido? ¿Y las iniciativas, han sido sostenidas, temporales o coyunturales?
Lógicamente la primera responsabilidad es de quien va frente a un volante. Está obligado a manejar respetando las señales de tránsito, siendo consciente de las implicaciones en caso de violar la Ley de Transporte, Tránsito y Seguridad Vial. Pero cuál es el trabajo en materia de prevención de las instituciones que tienen la competencia de tránsito, aparte de emitir sanciones y atender procesos regulares como matriculación y emisión de licencias. Algo habrá que hacer si no queremos más accidentes de tránsito con noticias fatales.
