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domingo, agosto 17, 2025

Los aranceles de Trump y la economía ecuatoriana

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Durante su presidencia, Donald Trump impulsa una política internacional centrada en el proteccionismo económico, el unilateralismo y la revisión de acuerdos comerciales. Bajo el lema de “America First”, Estados Unidos impuso aranceles a una amplia gama de productos importados, especialmente provenientes de China, con el objetivo de proteger su industria nacional. Si bien esta estrategia estuvo diseñada para fortalecer la economía estadounidense, sus repercusiones se sintieron mucho más allá de sus fronteras, incluso en nuestro país.

Ecuador, una economía dolarizada y altamente dependiente del comercio exterior, es especialmente sensible a las fluctuaciones del mercado internacional. Aunque no fue blanco directo de los aranceles estadounidenses, el país experimentó efectos colaterales. La guerra comercial entre EE.UU. y China provocó una desaceleración del comercio global, afectando la demanda de materias primas, uno de los pilares de las exportaciones ecuatorianas, como el petróleo, el banano y los productos del mar.

Por otro lado, el encarecimiento de insumos y bienes tecnológicos debido a los aranceles estadounidenses impactó indirectamente a países importadores como Ecuador. Los costos de importación aumentaron, y con ellos los precios al consumidor final, reduciendo la competitividad y ralentizando la reactivación de sectores productivos nacionales.

Asimismo, la incertidumbre generada por la política exterior de Trump —marcada por su alejamiento de tratados multilaterales como el Acuerdo Transpacífico o la renegociación del NAFTA— puso en duda la estabilidad de las relaciones comerciales en América Latina. Ecuador, al carecer de un acuerdo comercial directo con EE.UU., perdió oportunidades estratégicas para fortalecer su acceso al mercado estadounidense, uno de sus principales destinos de exportación no petrolera.

Es crucial destacar que la política arancelaria de Trump no solo redefinió el orden económico global, sino que evidenció la vulnerabilidad de economías periféricas como la ecuatoriana, que no cuentan con mecanismos internos sólidos para resistir los vaivenes de las potencias. En ese sentido, el caso de Ecuador debe ser una llamada de atención para diversificar mercados, fortalecer la producción nacional con valor agregado y reducir la dependencia estructural de materias primas.

En conclusión, los aranceles de Trump fueron una expresión de una nueva era de relaciones internacionales más tensas y menos cooperativas. Aunque Ecuador no fue protagonista de este conflicto, sí fue uno de sus espectadores afectados. El desafío para el país es claro: consolidar una política exterior más activa y una economía más resiliente ante los embates de las grandes potencias.

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