“Mi voz se hizo palabra”

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Es bueno que para la administración municipal sea  “una prioridad el fortalecimiento del trabajo cultural que permita su  Democratización, con procesos de renovación,  en el que los protagonistas sean la niñez, la juventud, adultos mayores y grupos de atención prioritaria”. Con este propósito  la Dirección de Gestión, Cultural, Deportes y Recreación del  GADR y el Distrito de Educación Chambo-Riobamba  han sumado “esfuerzos que han permitido consolidar este proceso literario con el Quinto Festival Intercolegial de  Poesía “Mi voz se hizo palabra”.

 Más allá de la calidad estrictamente literaria, es altamente positivo el hecho de que se haya abierto espacios para la creación individual y colectiva a 21 unidades educativas de la Sultana,  y que se haya contado con  el “trabajo incondicional” de capacitadores y docentes. Mucho más si se trata de una política cultural sostenida como se evidencia cuando  se  hace la entrega  a la colectividad lectora de la quinta edición de un libro con las  obras inéditas de juveniles escritores e inquietos docentes.

Lo que sí  nos preocupa es  el desaliño ortográfico, entendido como descuido y negligencia en la edición, pues… Si la ortografía, conforme lo dice la Academia de la Lengua, es un bien social y “ocupa  un lugar esencial en el sistema educativo, puesto que es indisociable de la adquisición de las destrezas básicas de la lectura y escritura, indispensables en la formación elemental de todo ciudadano”, en la edición de “Mi voz se hizo palabra”, se debió tener más cuidado….Porque la sociedad concede a la ortografía una importancia singular: recompensa a quienes dominan esta disciplina con una buena imagen social y profesional y sanciona a las personas que muestran una ortografía deficiente, y hasta puede restringir su promoción académica y profesional.

Lamentablemente, la disortografía  se da en la sociedad ecuatoriana en todos los niveles. Tiene su origen en el sistema educativo que no ha logrado, a través de técnicas y estrategias de aula, un aceptable nivel ortográfico.  Cierto es que nadie está libre de un “pecado” ortográfico, pero no es menos cierto que las publicaciones  oficiales, sobre todo las venidas de gestores culturales, deben merecer más cuidado.  Dígase lo mismo de la coherencia y cohesión que deben primar en textos de esa naturaleza.

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