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domingo, julio 6, 2025

Mis hijos no leen

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Por: Lorena Ballesteros

En los años que llevo dedicada a promover la lectura, me han hecho una pregunta incontables veces: “¿Cómo hago para que mis hijos lean?”. Mi primera respuesta siempre es la misma: “¿Tú lees?”. La mayoría de las veces recibo una negativa, acompañada de una excusa: “No leo porque no tengo tiempo, pero quisiera que mis hijos lo hicieran”.

Si bien no es una regla absoluta que los hijos de lectores sean quienes más leen (yo misma soy una excepción), sí es más común que lo hagan aquellos que han sido expuestos o introducidos a una cultura lectora desde la infancia. El problema actual es que los niños no solo están desconectados de los libros, sino que están conectados —en exceso— a sus dispositivos digitales.

Esos padres angustiados porque sus hijos presentan retrasos en la lectoescritura son, muchas veces, los mismos que calman su aburrimiento con videos de YouTube, aplicaciones de juegos y series animadas. Sí, sin duda, no hay mejor niñera que el ‘smartphone’, pero las consecuencias son profundas. Mientras más se exponen a las pantallas, más capacidades cognitivas pierden o dejan de desarrollar. El temor de que nos rija una generación irritable, irreflexiva y ansiosa, está muy próximo a materializarse.

Sin embargo, no quiero sonar catastrófica, sino optimista. Porque, en un mundo digitalizado, la lectura se convierte en un acto de resistencia. ¡Y les invito a resistir!

A resistir la vorágine del scroll, y usar nuestras manos para pasar las páginas de un cuento infantil. A resistir a la comodidad de poner play en Netflix y dejarlos cautivados frente a una pantalla porque, en lugar de optar por lo fácil, podríamos probar lo complejo: esconder los controles remotos, dejar libros y cuentos regados por la sala de televisión, instaurar la rutina de leerles en voz alta cada noche, llevarlos de paseo a librerías o asistir juntos a un cuentacuentos. Porque si las familias se organizan para promover la lectura desde la primera infancia, el futuro de los más pequeños puede ser alentador.

Este texto es apenas un abrebocas para reflexionar sobre una realidad que, noche tras noche, nos desvela. Entre el 14 y 16 de julio estaré impartiendo una charla motivacional —virtual y presencial, para quienes viven en Quito— sobre la tecnofilia, sus riesgos y cómo combatirla a través de la lectura.

Es momento de dejar de preguntarnos cómo lograr que los niños lean, y comenzar a preguntarnos por qué no lo hacen y qué los ha alejado de la lectura.

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