Por: Eduardo Díaz A.
Paralelismo jurídico y relativismo moral
Nos oponemos a las falsas dicotomías de libertad, porque somos constitutivamente libres y, por tanto, morales, porque debemos ajustar nuestros actos a la realidad, pero, que realidad tan absurda crea la política en Ecuador, que nos presentan una masa de migajas en las precandidaturas a la presidencia del Ecuador, creadas por el fraccionamiento, pero también por la estrategia política escondida, que pretende dividir para vencer.
Y, es que los actos humanos deben quedar justificados -cuando el hombre, entre todas las posibilidades elige la realidad buena- porque “si todo está permitido al hombre, entonces la libertad se transforma en la esclavitud de uno mismo”, lo mismo pasa en lo político, por el paralelismo jurídico y relativismo moral, es decir, entonces, ¿a veces uno si, y a veces uno no? Y, en consecuencia, la sociedad acepta esa absurdidad.
¿Cómo enfrentar al paralelismo y relativismo en la sociedad?
Entonces, hay que confrontar a la tiranía y soberbia de la vieja política, que pretende perennizarse en el poder y que ha destruido la institucionalidad del Estado. Hay que saber defenderse del alelamiento y la demagogia, pero también de la imprudencia; y en distanciarse de ellas, está el genio del individuo.
No es negociable el autoritarismo, la anarquía, la falta de institucionalidad, porque someten al país a una permanente ingobernabilidad, entonces debemos actuar con autodeterminación, elección y decisión.
El sentido de pertenencia, nos exige, ética, responsabilidad social y profundo civismo, porque nuestra libertad está limitada por la exigencia de usarla para el bien y por el límite de la libertad y dignidad de los demás. Así pues; me refiero por una parte al inconcebible paralelismo jurídico, pero también al inaceptable relativismo moral, que menoscaba el derecho de toda la sociedad, a los principios de transparencia, eficacia, eficiencia, coordinación y participación para lograr el desarrollo y prosperidad, con trabajo, paz y una vida libre de violencia ” derechos universales inalienables”.
No caigamos en el letargo del quemeimportimso, desasosiego e impavidez, porque esta actitud ingenua, alimenta la soberbia de los “oportunistas” que con anarquía (ausencia del poder público), permite la impertinencia como un derecho.