Por: Wellington Toapanta
La crisis del presupuesto estatal ha obligado expedir el decreto No. 60, para, una vez más, reducir la ineficiente y onerosa burocracia gubernamental, ensanchada, dolosamente, entre 2007 y 2017; no hacerlo exigirá más impuestos para cubrir la planilla.
Hasta abril de 2005 Ecuador tuvo sano manejo fiscal que incluyó un millonario fondo de estabilización, los que se fueron de bruces desde el 15 de enero de 2007 para cubrir ferias burocráticas que duplicaron ministerios (30), multiplicaron subsecretarías, viceministerios (198), empresas públicas (27), secretarías (13). En 2009 hubo 98.000 nuevos empleados, 120.000 en 2015, la planilla llegó a $8.700 millones, la cuarta parte del presupuesto estatal y ahora escaló a la tercera parte; la insuficiencia de ingresos corrientes se tapa con más deuda.
Entonces se llenaron calles y cafetines; a capitales provinciales llegaron “asesores y asistentes” en flamantes vehículos oficiales a media mañana de los martes y se devolvían al mediodía de los jueves; como sus “colegas” de Quito, no tenían lugar para sentarse, lo que motivó construir y comprar edificios grandes, que multiplicaron filtros para hacer trámites, mientras más de 40.000 servidores eran despedidos con dardos de “renuncias voluntarias”.
Así, la deuda pública creció por truculencias y obesidad burocrática. Glamour del vicepresidente Jorge Glas con 23 asesores, 20 el ministro de educación, 9 subsecretarios y el Secretario de Planificación, Pabel Muñoz. “El presidente de todas las Funciones del Estado” cerró su década “ardiente” blindando un selecto tropel: sus ojos, oídos y activistas en la burocracia.
No olvidar, el 30 de julio de 1835, cuando, en Ambato, se creó la República del Ecuador como “una e indivisible, libre e independiente de todo poder extranjero, no puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona”, fecha que debe dinamizar el calendario histórico-cívico y enaltecerla con sus gestores José Joaquín de Olmedo y Vicente Rocafuerte.