Nuestros héroes anónimos

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Sin el valioso, inmenso sacrificio de los héroes anónimos del nuevo orden mundial, los médicos, enfermeras, policías, militares, guardianes, vigilantes, conserjes, agricultores, barrenderos y otros sectores poblacionales que n o descansan en largas jornadas de trabajo en estas horas aciagas, la nación desembocaría en un caos indescriptible, trágico y macabro.

Ventajosamente, para tranquilidad de la ciudadanía ellos están ahí, noche y día sin desmayar en el cumplimiento de sus responsabilidades sociales, sacrificándose, ofrendando, dando lo que tienen que dar mientras nosotros, no todos, nos resistimos en la relativa comodidad de los hogares, a cumplir lo que por el momento, es lo más indicado y conveniente para salir airosos de esta crisis: quedarnos en casa.

Ante la circunstancial crucial que vive la patria y el planeta, se hace necesario que los valores de respeto, solidaridad y disciplina, aseo, tolerancia y otros  se vayan cimentando en el  alma ecuatoriana de todos los estratos sociales, porque todos tienen déficit en la práctica, en el convivir diario. Respeto a las leyes, a la autoridad constituida, a las personas mayores, naturalmente en un marco de reciprocidad, aun en las cosas más simples como aquella de respetar la cola. Solidaridad, ayuda, protección, fraternidad, apoyo mutuo. Disciplina individual y colectiva. Ciertos países asiáticos, como Japón, han logrado salir de grandes crisis; terremotos, bombas atómicas, y van a salir ahora, porque ancestralmente la ciudadanía se ha caracterizado por hacer  de la disciplina una práctica social irrenunciable y total.

Ahora de lo que se trata es de enfrentar la pandemia con unidad y patriotismo, con respeto, solidaridad y disciplina, con aseo, tolerancia y otros valores que deben incorporarse en la cotidianidad de todos los habitantes del Ecuador sabiendo que, en la vanguardia de esta lucha a muerte, están nuestros verdaderos héroes a quienes no los conocemos, pero sí les damos un profundo ¡Gracias!

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