Un funcionario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, con tono nada diplomático, calificó a Julian Assange, fundador de Wiki Leaks como “pequeño miserable gusano” que debería salir de su refugio en la embajada ecuatoriana para entregarse a la justicia. Por supuesto que Assange replicó a medios británicos con su estilo característico.
Este personaje australiano, ahora curiosamente ecuatoriano, permanece asilado en nuestra embajada en Londres por ya casi 6 años, ha emitido su opinión vía Twitter sobre temas internacionales, ha violado un compromiso que firmó en diciembre de 2017, está poniendo en riesgo las buenas relaciones internacionales de Ecuador con otros países, ha minimizado a nuestra patria con opiniones nada gratas, pese a lo cual nuestro Gobierno le concedió la ciudadanía ecuatoriana. Por lo visto, los abusos del australiano sobrepasan la tolerancia y bondad del gobierno que no logró sacarlo de Londres como diplomático.
Ahora, el “pequeño miserable gusano” que tildó a Ecuador de “País insignificante” vuelve a ser protagonista de notas desagradables para los ecuatorianos. Una investigación periodística publicada en un diario británico revela que el Gobierno ecuatoriano, durante cinco años, destinó más de 5 millones de dólares, cubiertos con la cuenta de gastos reservados de la desaparecida Senain, para un presupuesto de inteligencia secreta, de espionaje para vigilar a los visitantes, al personal de la embajada y a la policía británica, todo para proteger a Assange; todo con el visto bueno del entonces presidente Rafael Correa y su canciller, Ricardo Patiño.
¿Por qué Ecuador se ha tomado tantas molestias, tantos cuidados para proteger al hacker australiano, un huésped incómodo e irrespetuoso en la Embajada ecuatoriana? ¿Por qué se le concedió la nacionalidad ecuatoriana a quien en varias ocasiones ha incumplido sus compromisos y hasta ha llegado a burlarse de nuestro País?