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domingo, enero 19, 2025

Otro año más con una dirección clara

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Por: Daniel Márquez Soares

Los ecuatorianos sí tenemos un “proyecto de país”. Año a año, avanzamos hacia la consolidación de un plan, de un ideal, clarísimo. Lamentablemente, parece que muchos no están conscientes de ello o, peor aún, que lo siguen a regañadientes aunque no les guste. Ahora que 2024 ha llegado a su fin, es posible apreciar todos los hitos que se han cubierto en la consecución de ese anhelo.

En lo económico, la dirección es evidente. Por un lado, hubo un aumento importante de las exportaciones agrícolas. Ecuador sigue siendo una potencia en cacao —producto que tuvo una bonanza total—, camarón, banano y flores. Por el otro, la producción petrolera sigue descendiendo —efecto de una verdadera crisis sistémica en el sector— y pasa otro año más sin que se produzca el tan prometido boom minero. Además, en un hecho económicamente intrascendente pero con un inmenso peso simbólico, la histórica planta de General Motor cerró sus puertas. No hubo crecimiento económico ni descenso en el desempleo, pero los ecuatorianos votaron en contra del trabajo por horas.

En lo social, la ola migratoria continúa, con la diferencia de que ahora son familias enteras y de estrato social más bajo que hace dos décadas. La matanza de la crisis de seguridad continúa, las incautaciones de droga rompieron un nuevo récord y 2024 ha sido el año en el que se consolidó la fama internacional de Ecuador como potencia exportadora de cocaína y santuario de mafias internacionales. 

A nivel de administración pública, también hay una dirección indudable. El déficit fiscal persiste y la deuda externa ha aumentado hasta niveles obscenos. El aumento del IVA y el retiro parcial del subsidio a los combustibles evidencian que la cuenta para la ciudadanía ya empieza a llegar. La crisis energética delata a un Estado inoperante ya hasta en las cuestiones más fundamentales. Igual, las cesiones de soberanía sobre Galápagos y la Amazonía a cambio de condonaciones de deuda muestran una actitud desesperada. Por un año más, nadie se atrevió a cambiar la monstruosa Constitución de Montecristi. 

Así, 2024 evidencia un país que renuncia a sus sueños de progreso, prosperidad y fortaleza. El objetivo, parece ser, es un Ecuador mucho menos poblado, enteramente agrícola, en el que el crimen organizado será parte del paisaje; más que un país, una plantación.

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