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viernes, febrero 7, 2025

Palabra Mordaz A propósito del regreso de Trump

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Por: Iván Menes Aguirre

Donald Trump tomará posesión del cargo de presidente de Estados Unidos este lunes, en una ceremonia que promete estar impregnada de simbolismo. Desde ya, el todavía mandatario electo ha dado indicios de sus alegóricas pretensiones de redención: ha revelado el retrato oficial de su segundo término, una postal similar a la de su ficha policial a raíz del proceso judicial donde fue declarado culpable.

El retorno de Trump es, ante todo, un triunfo para el conservadurismo mundial y una derrota de las fuerzas globalistas. El magnate ha roto la tradición de no invitar a jefes de Estado a la investidura presidencial estadounidense para cobijarse de sus aliados inequívocos: a Washington acudirán Milei, Bukele, Giorgia Meloni y Viktor Orbán. También asistirán Daniel Noboa, el expresidente brasileño Bolsonaro y el político conservador Santiago Abascal. El mensaje de Trump es claro: ha vuelto para liderar una coalición de líderes de derecha en el contexto de una geopolítica convulsa.

Más allá de que veo a Trump en las antípodas de mi ideología política, considero que su retorno, en el marco de un resurgimiento conservador en el mundo, entraña dos riesgos. En primer lugar, anclado en las aspiraciones expansionistas propias de los movimientos nacionalistas, Trump podría ver favorablemente acciones de corte imperialista en el globo. Su reticencia para condenar a Putin por la guerra en Ucrania y sus arrebatos respecto a Groenlandia y el canal de Panamá me llevan a pensar en una resucitación de la fiebre expansionista estadounidense, algo que parecía ajeno a estos tiempos. En segundo lugar, y aún más importante, bajo el liderazgo de Trump podría gestarse una degradación sistemática del aprecio por la democracia. El republicano ya ha dado visos de su carente compromiso con los valores democráticos al expresar su simpatía por dictadores como Putin o Kim Jong-un, o al desconocer su derrota en los comicios presidenciales de 2020. Si a esto se le suman conductas como la militarización del Legislativo salvadoreño ordenada por Bukele en 2020 o la arenga de Bolsonaro en favor de un golpe militar en Brasil tras perder los comicios de 2022, el resultado es una peligrosa concatenación de liderazgos que podrían resquebrajar los fundamentos democráticos de Occidente.

Por el bien de lo que en el contexto de la Guerra Fría se conoció como el Mundo libre, espero que Trump no arrastre a su país a un deterioro de sus instituciones, lo que tendría consecuencias irreparables para la prevalencia de la democracia en el planeta. En sí, queda aferrarse a la esperanza de que el sistema político estadounidense logre contener una vez más al empresario y, con ello, a quienes están dispuestos a seguir sus pasos en lares fértiles para la acumulación del poder como los países de nuestra América.

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