Por: Eduardo Naranjo
Se podrá resolver el laberinto de la industria petrolera, fuente clave de ingresos estatales que desde el inicio fue pasto de oscuros intereses y fuente de riqueza para pícaros civiles y militares. Hoy se presume un “gobierno empresarial” pudiera actuar desde su visión y observar el modelo de Colombia.
Las operaciones erráticas del sector petrolero como la corrupción, obedecen al oportunismo político y evidente desconocimiento en la gestión del sistema, donde las decisiones deben ser ejecutivas y altamente técnicas. No se puede gobernar con amiguetes sino con gente calificada y honesta que tome decisiones creativas dentro del rígido marco legal de la normativa estatal.
La rotura del Sote y el desplome de producción muestran, como señala Fernando Reyes, escaso conocimiento u otros “intereses” que llevaron la producción a límites nunca vistos. Años antes se afrontaron situaciones similares y se resolvió de inmediato el problema con la ayuda del sistema de oleoductos colombianos.
La suspensión de transporte y la caída de producción en campos muestra la ausencia de gestión o “intencionalidad”, que una empresa de esta importancia jamás puede permitirse, son necesarios cambios radicales en el sistema. Considerando el punto de vista pragmático del gobierno era de esperar una rápida solución pero no ocurrió así.
Es clave un cambio en la empresa, Ecopetrol lo hizo dio un giro a la gestión y hoy tienen un modelo eficiente con una gerencia “profesional e independiente” que permitió alcanzar la eficiencia a la estatal colombiana. El país tiene profesionales que pueden orientar y con apoyo político y un buen proyecto se lograría instrumentar cambios legales necesarios para dar a Petroecuador, sin dejar de ser propiedad estatal, la capacidad de ser un seguro proveedor de recursos económicos, con cuadros profesionales y éticos, no improvisados como tantos que por “azar o conveniencia” llegaron allí y presumen de conocer la industria cuando ciertamente siempre fueron lobistas de transnacionales.