Luis Izurieta Escudero
Cuando de tasas de interés se trata, el presidente calla, la asamblea y los banqueros también. Por ello, es indignante que durante 33 meses el gobierno siga demostrando absoluta indiferencia frente a las elevadas tasas de interés que los bancos privados y cooperativas cobran por los préstamos.
Desde la dolarización de la economía (año 2000) las tasas activas de interés perduran altas, perjudicando a los usuarios del crédito y atizando la morosidad (actual: 3% bancos, 7% cooperativas). Con intereses elevados los negocios no progresan, muchos quiebran, destruyen empleos, decrece el consumo y frenan el crecimiento económico.
Las críticas vertidas por el expresidente Correa a los banqueros no llegaron a topar las tasas de interés, resguardando el lucrativo negocio de los bancos y cooperativas. Sin embargo, su marcado antagonismo, desde el año 2009, logró cortar una buena porción de las 39 comisiones y recargos adicionales que los bancos abusivamente cobraban a los usuarios.
Cortar las comisiones y recargos significó desinflar los jugosos y cómodos ingresos extras que la banca lucraba a más de los altos intereses. El recorte ahorró a los usuarios cerca de 40 millones de dólares, cantidad que dejaron de percibir los bancos a partir del año 2010, generando reducción temporal de utilidades y el enfado de los banqueros.
El esquema de altas tasas de interés, regulado desde septiembre 2014 por la Junta de Política y Regulación Monetaria y Financiera, sigue intacto con este gobierno, garantizando crecientes utilidades a los bancos. De 223 millones de dólares de utilidad en el 2016, saltó a USD 554 millones en el 2018 y 616 millones en el 2019, satisfechos, producto de los elevados intereses.
Además de muy altos, los intereses operan marcadamente dispersos: Para préstamos del segmento comercial-productivo (corporativo, empresarial, pymes) aplican del 9% al 13%; y del 23% al 30% para clientes segmento microcrédito minorista. Las tasas del segmento consumo se mueven entre el 16% y 18%.
La distancia de casi 20 puntos entre la tasa para microcréditos y la comercial-productiva es nociva para los pequeños y medianos negocios, y los nuevos emprendimientos. Las esporádicas promesas de créditos baratos no han pasado del discurso gubernamental, mientras el reproche ciudadano persiste: con tasas muy altas solo trabajas para enriquecer a los bancos.
Urge que el gobierno “dialogue” con los banqueros (Asobanca) para lograr consensos técnicos y moderar (equilibrar) las tasas de interés, que cubriendo sus costos fijos, variables y ganancias, dinamicen la producción, los negocios y el empleo. Que ganemos todos, no solo los bancos.
Reducir el costo de los créditos lógicamente alterará las utilidades y la rentabilidad esperada de los bancos. Será el “sacrificio” que los grupos económicos y financieros más fuertes del país tienen que hacer para superar la crisis. Presidente, gestione bajar las tasas de interés.