¿Por qué los jóvenes de hoy no razonan?
Por: Fedgar
Juventud divino tesoro, decía el poeta nicaragüense Rubén Darío, quien la escribió en su poema “Canción de otoño en primavera”. Pues, esta frase encapsula el concepto de la juventud, como un periodo de la vida, valioso e irrecuperable.
Más, hoy, desgraciadamente hay que admitirlo, que la juventud vive atrapada en la ilusión de ser “libre” y “moderna”, pero en realidad es esclava de la superficialidad. Se llenan la boca diciendo que son “la generación del cambio”, cuando apenas son la generación del “copiar y pegar”. Nunca hubo tanto acceso al conocimiento, y nunca se vio tanta incapacidad para usarlo.
Los jóvenes actuales han cambiado el pensamiento crítico por la comodidad de un tutorial de YouTube, la lectura reflexiva por un TikTok de 30 segundos, el debate serio por la réplica absurda en un meme. Son veloces con los dedos, pero lentos con la cabeza. Repiten lo que ven en redes, sin detenerse a preguntarse si es verdad o simple basura digital.
El gran error está en que no quieren pensar. Pensar implica esfuerzo, paciencia, contradicción. Es más sencillo vivir anestesiados por las notificaciones que enfrentarse a las preguntas incómodas de la vida. Antes, los jóvenes se rebelaban contra el poder; hoy, se rebelan contra la tarea de leer dos páginas seguidas.
Claro, la educación es mediocre, y los adultos también tienen su cuota de culpa. Pero no nos engañemos: la pereza mental de esta generación es una elección. Y mientras sigan orgullosos de su ignorancia, lo único que están construyendo es un futuro de obedientes, no de libres.
Jóvenes: o despiertan, o se resignan a ser la generación perdida. El mundo no necesita más seguidores de modas, necesita pensadores valientes. La decisión está en sus manos, aunque, para decidir, primero habría que aprender a razonar.
Puede ser que estas reflexiones, sean crueles y duras, pero considero necesarias, a fin de que nuestros jóvenes reaccionen y cambien su manera de pensar, actuar y optar por las cosas trascendentes e importantes de la existencia humana, para bien propio y de la sociedad actual.
Como soñar no cuesta nada, anhelamos y aspiramos que nuestros jóvenes, esperanza del presente y del mañana de la humanidad y especial de la sociedad ecuatoriana; asuman, con responsabilidad su paso por la vida, haciendo realidad, lo manifestado por Rubén Darío, que la juventud sea un divino tesoro, en la que toda sociedad cuerda, aspira.