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sábado, agosto 23, 2025

SOÑAR NO CUESTA NADA… Alarmante desconocimiento…

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Por: Fedgar

La juventud ecuatoriana, se encuentra en un escenario de contradicciones y desafíos. Por un lado, se caracteriza por su creatividad, dinamismo y apertura a nuevas ideas; por otro, enfrenta el riesgo de vivir desconectada de la realidad nacional. Esta desconexión se evidencia en el desconocimiento de la historia, los problemas sociales, la situación política y los retos económicos que atraviesa el Ecuador. El fenómeno no solo responde a la falta de interés individual, sino también a un sistema social, educativo y cultural que no siempre ha sabido integrar a los jóvenes en los procesos de construcción nacional.

En primer lugar, es importante reconocer que muchos jóvenes desconocen la historia reciente del país. Figuras como Eloy Alfaro, las luchas indígenas, las crisis económicas de los años noventa o los cambios constitucionales del siglo XXI resultan ajenas para gran parte de ellos. Este vacío histórico impide comprender el presente y genera una visión superficial de los problemas. Sin memoria colectiva, la juventud carece de herramientas críticas para analizar el rumbo del Ecuador y para reconocer los errores que no deberían repetirse.

A este desconocimiento histórico se suma la indiferencia política. Una parte considerable de la juventud se muestra apática frente a la participación ciudadana. Las elecciones son vistas como trámites obligatorios y no como espacios de decisión. Esta indiferencia abre el camino para que intereses ajenos a las necesidades del pueblo dominen el escenario político. Paradójicamente, los jóvenes, quienes representan el futuro del país, se convierten en espectadores de un juego en el que deberían ser protagonistas,

Por otro lado, la globalización y las redes sociales han contribuido a que los jóvenes estén más conectados con el mundo exterior que con su propio país. Conocen tendencias internacionales, culturas extranjeras y hasta problemáticas de otras naciones, pero muchas veces desconocen la realidad de sus propias comunidades. La migración, el desempleo juvenil, la pobreza y la desigualdad son fenómenos que afectan directamente a Ecuador, pero no siempre forman parte del debate cotidiano en la juventud.

Sin embargo, no se puede culpar únicamente a los jóvenes. La escuela, la familia, los medios de comunicación y el Estado tienen responsabilidad en esta desconexión. La educación, en muchos casos, prioriza la memorización sobre la formación crítica; los medios tienden a resaltar el entretenimiento más que la reflexión; y la política nacional suele excluir a los jóvenes de los procesos de decisión. Ante este panorama, la juventud se ve empujada hacia una especie de “isla cultural”, donde lo inmediato y lo global pesa más que lo nacional.

Como soñar no cuesta nada, el desconocimiento de la realidad nacional por parte de la juventud ecuatoriana nos debe llevar a fortalecer la educación cívica e histórica, promover la participación juvenil y fomentar un sentido de identidad y pertenencia. Un país que no logra que sus jóvenes comprendan su realidad corre el riesgo de repetir los errores del pasado y de hipotecar su futuro. El desafío está planteado: que la juventud deje de ser espectadora y se convierta en protagonista del destino del Ecuador.

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