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viernes, julio 11, 2025

SOÑAR NO CUESTA NADA… Ejemplos de vida…

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Por: Fedgar

En este mundo ahíto de odio, mentiras, desprecio, rencor, cuyas sociedades se desmoronan como castillos de papel, es menester traer a la reflexión ejemplos de vida, que nos ayuden a catapultar los valores sociales, para no desaparecer como seres desechables. A continuación, les ofrezco una historia, que, de seguro nos permitirá retomar nuestro rol, como seres humanos pensantes y con valores.

Pues, conoce a Frank, él no es “solo un hombre sin hogar”, es un símbolo de esfuerzo silencioso. Trabaja en un pequeño centro de reciclaje en un pueblo tranquilo. La mayoría de los días para él son rutinarios. Es un hombre mayor, quizás de unos 70 y tantos años, que llega arrastrando dos bolsas repletas de latas. Su abrigo desgastado, las botas llenas de barro, pero siempre con una sonrisa.

Un día llegó jadeando. “Me quedé sin gasolina”, murmuró, casi disculpándose. Había caminado cinco kilómetros para entregar sus botellas. Le ofrecí un café caliente. No quiso sentarse. “Tengo que seguir moviéndome. Si me detengo, me apago”, dijo.

Le pregunté por qué reciclaba. Se rio. “La jubilación es un mito para gente como yo. Perdí mi trabajo a los 62. El orgullo no paga el alquiler.” Y mirando la cinta transportadora, añadió: “Pero estas latas son honestas. No hay mentiras en una botella aplastada.”

Días después vino una joven con una cámara. Estaba fotografiando para un proyecto comunitario: “Rostros de Resiliencia”.

Señalé a Frank. “Él tiene una historia”, le dije.

Ella se acercó con cuidado. Frank dudó… pero aceptó. Mientras le tomaba fotos, le contó que antes fue capataz en una fábrica y que ahora reciclaba los siete días de la semana para sentir que aún valía algo. Ella escuchó en silencio. Y lo vio.

Días después me envió un enlace. Era una foto de Frank, con la luz del sol reflejándose sobre latas aplastadas. Sus manos duras, su mirada profunda.

El pie de foto decía: “Conoce a Frank. No es ‘solo un hombre sin techo’. Es un sobreviviente. Un trabajador. Un hombre que aún cree en el esfuerzo.”

Cuando se lo conté, Frank apenas pudo contener las lágrimas: “Nadie me había visto antes.” Hoy Frank sigue reciclando. Pero también acompaña a jóvenes que luchan con la vergüenza, tras perder su trabajo o enfrentar adicciones.

Les dice: “No eres invisible. Hasta una lata arrugada tiene valor.”

Como soñar no cuesta nada, a veces, la bondad no se mide en dinero ni en grandes gestos.

Se mide en ver la verdad de alguien y negarse a mirar hacia otro lado. Seamos solidarios y tomemos estos ejemplos de vida para crecer humanamente; mas aún hoy, que tanta falta nos hace.

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