Por: Fedgar
Para estar a tono con el argot o lenguaje juvenil, decimos que es hora de cambiar de chip, al referirnos a la mentalidad que nos identifica como personas que no despegamos o no queremos despegar a una realidad mejor, de éxito o superación.
Se dice también, que los pobres somos pobres, por nuestra forma de pensar o por nuestra forma de actuar. Cómodos, fiesteros, sin aspiraciones, sin ganas de aprender, golosos, apáticos, negligentes, quemimportistas; por cierto, cualidades perversas que desnudan a nuestra pobre personalidad, mentalidad o espíritu.
En este mundo cambiante, crudo y cruel, no hay compasión para quienes no están en la honda del progreso y la superación. La pobreza, si bien es cierto que es una realidad latente, es también cierto, que es la resultante de las acciones limitadas, nuestras.
Los pobres que han logrado superarse en la vida y han conseguido espacios en las esferas de la gente pudiente con dinero y poder, necesariamente tuvieron que cambiar de chip. Este trastocar de la realidad de su génesis, solo lo lograron dejando el estatus quo, de su vida anterior.
Además, es sabido que para el mundo no hay favoritos, para el mundo todos somos iguales, seamos blancos, negros, cholos, indios, altos, gordos, flacos, mujeres u hombres. El que triunfa, es aquel, que ha superado sus limitaciones, barreras y obstáculos en la vida, convirtiéndose en un ente propositivo, soñador, proactivo y emprendedor.
Hoy en día, el afán desesperado del hombre, es poseer un poder económico y un poder político. Su pensamiento no se alinea en el poder de servir a los otros, sino en servirse de los otros. Trieste la realidad, pero muy cierta.
Pues, las circunstancias actuales, demandan una mentalidad de crecimiento. Las personas con una mentalidad de crecimiento, creen que su inteligencia y habilidades pueden ser desarrolladas, a través del esfuerzo y la práctica. En cambio, las personas con una mentalidad fija creen que su inteligencia y habilidades son fijas y no pueden ser cambiadas.
De ahí que, la resiliencia y adaptabilidad, se manifiesta en que, personas con poca riqueza, pueden ser más propensas a sentir estrés y ansiedad en situaciones difíciles; mientras que, personas con mucha riqueza, pueden ser más resilientes y adaptables en situaciones difíciles.
Como soñar no cuesta nada, es importante tener en cuenta que estas son generalizaciones y que no todas las personas con poca riqueza o mucha riqueza encajan en estos patrones. Además, la mentalidad y el comportamiento pueden cambiar con el tiempo y con la experiencia, es decir, si tenemos la decisión de cambiar de chip.