Por: Fedgar
Escribir sobre la corrupción en el país, es adentrarse en un laberinto que nos remonta a épocas inmemorables. Hoy en día oír que el sistema esta corrompido, que todo está podrido, que ya no hay en quien confiar; se ha vuelto tan cotidiano, familiar y hasta normal. La pregunta que salta a la curiosidad, es: ¿Habrá alguien en este mundo, que no haya sido timado, sobornado, vendido o comprado? Ni Jesús, se libró de la tentación del diablo. Lo valioso de él es, que no se dejó llevar por la codicia y el ofrecimiento satánico.
Pues, la corrupción en Ecuador es un fenómeno complejo que afecta significativamente el desarrollo económico, político y social del país. Según un estudio de la Universidad Politécnica Salesiana, “el 86% de los funcionarios públicos considera que la corrupción es un problema muy grave en el país”. En consecuencia, los efectos morales y sociales de la corrupción son diversos. La corrupción socava la confianza en las instituciones públicas y privadas, generando un clima de desconfianza y cinismo, en la sociedad. Promueve la impunidad y la injusticia, afectando la percepción de la moralidad y la ética en la sociedad. La corrupción puede llevar a la normalización de prácticas corruptas, erosionando los valores éticos y morales de la sociedad.
En tal virtud, la corrupción limita el acceso a servicios básicos como educación y salud, exacerbando la desigualdad y la pobreza en la sociedad. También genera inestabilidad política y conflicto social, afectando la gobernabilidad y la democracia en el país. La corrupción reduce la inversión extranjera y nacional, limitando el crecimiento económico y el desarrollo del país; y por último, puede atentar contra los derechos humanos y el bienestar de la población, especialmente de los sectores más vulnerables.
La práctica anómala de esta conducta, afecta directamente al ámbito público. Los políticos y funcionarios públicos son vistos como uno de los sectores más corruptos en el Ecuador. Hoy, lamentablemente a este remolino inmoral, han sido arrastradas las fuerzas armadas ecuatorianas y la policía. La contratación pública es un área vulnerable a la corrupción, ya que generar oportunidades para el soborno y la malversación de fondos. Y no se diga la corrupción en el sector privado, como es el caso de la competencia leal y la productividad de las empresas.
Como soñar no cuesta nada, a este fenómeno, hay que enfrentarlo con políticas y estrategias integrales que involucren a todos los sectores de la sociedad. Fortaleciendo las instituciones y promoviendo la transparencia y la rendición de cuentas. Al igual fomentando la participación ciudadana y la vigilancia social para prevenir y denunciar la corrupción. Estableciendo sanciones efectivas y disuasorias para los actos de corrupción; y, por último, promoviendo la educación y la conciencia sobre la importancia de la ética y la integridad en la sociedad.