Por: Fedgar
Un tema de actualidad política para los ecuatorianos, es la reciente visita del secretario de estado de los Estados Unidos, Marco Rubio a Ecuador. Pues, no ha pasado desapercibida en el escenario político nacional; en virtud a que, el personaje, es uno de los principales referentes del Partido Republicano, en temas de política exterior hacia América Latina.
Rubio mantiene un discurso firme en torno a la seguridad regional, la lucha contra el narcotráfico y la influencia de regímenes como el de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Su presencia en Quito y Guayaquil deja entrever un giro en la relación bilateral con Washington y plantea interrogantes sobre la orientación política del gobierno ecuatoriano.
El encuentro de Rubio con autoridades gubernamentales refleja el interés de Estados Unidos en fortalecer su presencia en el país, en un momento en que Ecuador enfrenta una crisis de seguridad sin precedentes. La cooperación en materia de inteligencia, capacitación policial y control fronterizo se perfila como uno de los ejes centrales. El mensaje es claro, Washington considera a Ecuador un socio estratégico en la lucha contra el crimen organizado transnacional.
La visita, sin embargo, genera reacciones encontradas. Para el oficialismo, representa un espaldarazo internacional que refuerza su legitimidad en medio de un ambiente político tenso y marcado por cuestionamientos sociales.
La foto de Noboa con Rubio, publicado en los rotativos de circulación nacional, se lo ha interpretado como un aval a la política de mano dura, en contra la delincuencia. Por otro lado, sectores de oposición y movimientos de izquierda critican, calificándola como una “injerencia extranjera”, advirtiendo sobre el riesgo de que Ecuador quede atrapado en la agenda geopolítica de Washington, particularmente en relación con Venezuela y la influencia de China en la región.
Más allá del ámbito interno, la visita de Rubio también reconfigura la posición de Ecuador en el tablero sudamericano. El país se acerca al bloque de gobiernos que promueven una alianza más estrecha con Estados Unidos, lo que puede generar tensiones diplomáticas con naciones que mantienen cercanía con Caracas o con el eje progresista del continente.
Las consecuencias políticas de este viaje dependerán de cómo el gobierno ecuatoriano capitalice la visita.
Como soñar no cuesta nada, esperemos que sea la puerta para consolidar apoyo económico y militar en la lucha contra el narcotráfico; pese a que, también corre el riesgo de polarizar aún más el debate interno y de reavivar críticas sobre la soberanía nacional.