Por: Edgar Frías Borja
Cómo más, entender o interpretar las innumerables razones o factores que convergen para que el título de este artículo, tenga su razón de ser. Ya los ecuatorianos, no solamente que hemos pasado de ser una sociedad convertida en un gran zoológico, sino que estamos entrando en el campo de la demencia generalizada.
Si, nos estamos volviendo locos, cuando advertimos que hoy nuestra sociedad se halla resquebrajada, dividida y polarizada entre los correistas, los anticorresista o noboistas y quienes se sienten cómodos y cautelosos, al no identificase con ningún bando, prefiriendo las sobras y el anonimato.
La lucha por el poder, se ha vuelto en estos días tenaz, cruel y hasta sanguinaria. Nadie sede una milésima. Los contendientes se aferran con garras y dientes, cual depredadores salvajes que no abandonarán a su presa, sin antes devorarla. Las redes sociales se han convertido en el mejor campo de batalla para los atípicos gladiadores. Ahí se enfrentan los defensores de uno u otro bando. Unos con nombres y apellidos, otros sin identidad alguna. Las dentelladas que producen, solo busca deslegitimar al adversario, esos sí, causándole el dolor y el daño más cruel.
A los seguidores de Luisa González, candidata por la Revolución Ciudadana, Lista 5, tildada como la “Mama Lucha”, la vaga, la que no trabaja, se los cataloga como “borregos”, y se les acusa entre otras perlas, que si ella gana, al Ecuador le convertirá en otra Cuba, Venezuela o Nicaragua. Que la desgracia que hoy vive el país, se debe a la destrucción que dejó haciendo el gobierno del Econ. Correa.
Los defensores de Luisa en cambio, devuelven los favores a los noboistas, moteándoles de que son unos “burros” y que el presidente – candidato, no tienen la menor sospecha de lo que significa ser un estadista, que por haber nacido en Estados Unidos, no conoce la realidad del Ecuador, de que es un evasor de impuestos, de que como presidente, solo ha servido para favorecer los grandes negociados de su familia y amigos. Imaginémonos entonces cual es la realidad presente del pueblo ecuatoriano, en qué líos andamos metidos; se configura o no, un estado de demencia colectiva.
El auto destrucción que nos estamos infringiendo es sorprendente, digna de unas mentes desequilibradas y enloquecidas por el poder. Como soñar cuesta nada, hago un llamado a que nos serenemos, a que nos respetemos, a que seamos tolerantes, a que no nos precipitemos al barranco, a que nos revistamos de seriedad y analicemos con cabeza fría lo que nos conviene como país. No destruyamos a esta Patria con nuestras actitudes egoístas y sin sentido racional.