Por: Fedgar
Es increíble como pasa el tiempo de manera rauda. Ya nos encontramos en el quinto mes del presente año. Sin lugar a dudas, muchas personas muestran su asombro, de cómo se ha consumido casi medio año de este 2025. Hemos envejecido unos y otros apenas han nacido, pero unos y otros nos encontramos inmersos en el vuelo sorprendente del tiempo.
Pareciera que los días se han vuelto más cortos y consecuentemente veloces. Sea como sea ya es el mes de mayo, mismo que lleva el nombre de Maia, en honor a una diosa romana relacionada con la fertilidad y el crecimiento. También mayo se relaciona con la Virgen María en la tradición cristiana, siendo un mes dedicado a su honra y devoción. En general, mayo simboliza la primavera, la fertilidad y el renacimiento.
Cuenta la historia que en Roma un niño pobre reunió a sus compañeros y los condujo a una estatua de la Virgen María, a cuyos pies ardía una lámpara. Delante de la imagen, cantaron con sus voces frescas la Letanía de Nuestra Señora. El pequeño grupo volvió a reunirse al día siguiente, pero acompañado de más niños. Las siguientes veces fueron las mamás las que se unieron. Pronto se formaron nuevos grupos y la devoción se popularizó enseguida. Muchas almas piadosas vieron en esta devoción una ocasión solemne y pública para reparar el desorden en la conducta que la llegada de la primavera propicia y acrecienta y decidieron apoyarla con empeño. Así fue fundado el Mes de María.
En consecuencia, el mes de mayo es un espacio de tiempo suficientemente amplio para darle vueltas a las principales virtudes de la Virgen María y tratar de llevarlas a nuestra vida. María fue una mujer que vivió siempre cerca de Dios. Una mujer humilde, piadosa, trabajadora, olvidada de sí misma para darse a los demás, servicial, entregada al cuidado de su esposo san José. Supo aceptar siempre con docilidad lo que Dios le pedía, aunque no lo entendiera. Consagró su vida: sus proyectos, sus afanes, su tiempo a Jesús. Y todo ello, dentro de un esquema de vida sumamente sencillo.
A la humanidad y en especial a los ecuatorianos, nos debe convocar este mes para reparar nuestros actos y superar las grandes o pequeñas pasiones materiales que nos llevan a que actuemos de manera anómala, sin reparar en que el tiempo pasa y más pronto que tarde nos llegara el final. El poder económico o político son efímeros ante una realidad sideral de la cual nadie nos escaparemos.
Como soñar no cuesta nada, es menester que aquietemos la turbulencia espiritual y mental en la que nos encontramos inmersos y busquemos pacificar nuestras inquietudes, aspiraciones y ambiciones; y, propiciemos en cambio actos de perdón, unión y convergencia. Recordemos que nada lo que posee en esta vida terrenal, nos llevaremos el día de la partida final, y que lo único trascendente, perdurable en el tiempo y en el espacio será nuestra conducta intachable y desprendida.