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martes, marzo 18, 2025

SOÑAR NO CUESTA NADA… Responsabilidades compartidas

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Por: Edgar Frías Borja

Sí, el destino de nuestra sociedad debe de ser el resultado de las responsabilidades compartidas entre el estado y el pueblo. No podemos esperar que, todos los beneficios provengan del papá estado, sino del accionar de la sociedad en su conjunto; en otras palabras, de las responsabilidades compartidas.

Sabido es que, si todo esperamos que nos venga del estado, nos volvemos una sociedad vaga, carente de iniciativas y de esfuerzos. El estado debe de velar por el bienestar de sus ciudadanos, dotándoles de los beneficios esenciales como la salud, la educación, la seguridad social, fuentes de trabajo, seguridad jurídica, policial y militar. En cambio, la ciudadanía debe de apoyar con sus obligaciones elementales como cumplir con las leyes, trabajar con ahínco, pagar sus impuestos, estudiar, precautelar los bienes comunes; es decir cumplir con sus deberes para exigir sus derechos.

Una sociedad servida y que solo espera recibir los beneficios del estado y no aporta en nada para el progreso y bienestar propio, se convierte en una sociedad conformista, inútil e improductiva.

No olvidemos que, el desarrollo político de una nación se alcanza a través de la construcción de un Estado en el cual el conjunto de sus instituciones opera en beneficio del interés general. El escenario de la democracia permite que esta operación se efectúe contando con la voz mayoritaria de los ciudadanos y con la opinión que ellos tienen acerca de los problemas y asuntos prioritarios por atender.

Se registra con persistente frecuencia una tendencia a la distorsión del escenario democrático por la corrupción de las instituciones públicas mediante mecanismos que las ponen al servicio de intereses privados y sectoriales. Cuando ello ocurre, y sobre todo cuando ocurre de manera excesiva, la democracia se desvirtúa absolutamente. En estas condiciones, se transforma en una fachada para legitimar prácticas generalizadas de corrupción.

Esto sucede en condiciones de un muy precario desarrollo político de una nación, y tiene la perversidad de constituir un escenario que se retroalimenta y agrava hasta cuando un verdadero mecanismo de ruptura radical rompe el círculo vicioso de su reproducción. Somo soñar no cuesta nada, diremos que, de acuerdo con lo anterior, el aprovechamiento de los recursos naturales, la creación de ventajas comparativas en los mercados internacionales, la distribución de la riqueza, -concebida esta distribución como igualdad en las oportunidades de educación, de salud, de empleo, de bienestar-, la interacción internacional y en general, la movilización de una sociedad a través de sus instituciones en la búsqueda del beneficio general, tienen como requisito el desarrollo político, entendido éste como el adecuado funcionamiento de las instituciones públicas, liberadas de los nocivos mecanismos de corrupción antes descritos.

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