Por: Fedgar
En el mundo religioso católico, la Semana Santa, que se inicia con el Domingo de Ramos, se la debe considerar como el tiempo en que debemos dedicarnos a la reflexión, al mea culpa y la rectificación de procederes. Y como anillo al dedo, nos cae este periodo, para que los ecuatorianos lo aprovechemos para interiorizarnos y encontrarnos a si mismos, con el fin de cambiar nuestra conducta anómala, si la hemos tenido y proceder como seres racionales, poseedores de valores, éticos, morales y espirituales a actuar bien.
La mayoría de las manifestaciones de corte religioso, como la celebración de misas, pases del niño, bautizos, comuniones y matrimonios, son rituales que sirven como medio para disfrazar la fe religiosa, que, en su mayoría desembocan en grandes fiestas, donde la abundancia del licor y la algarabía, rebasan la importancia de las revelaciones de la creencia.
Pienso, que todo debe ser permitido en una sociedad que cultiva sus tradiciones culturales y religiosas, pero no creo estas deben trastocar el sentido de un acto donde se profesa la fe, convirtiéndola como un simple medio para alentar la diversión muchas veces desenfrenada.
La Semana Santa, por tanto, es un tiempo de reflexión, recogimiento y conversión, en el que los fieles somos llamados a acompañar espiritualmente a Jesús, meditando sobre el sentido del sacrificio, el perdón y la esperanza. San Pablo lo dice con su elocuencia, “Si Cristo no resucitó, nuestra fe es vana”. Por lo tanto, la verdadera victoria de Cristo está en haber logrado imponerse ante el pecado y la muerte.
Durante esta semana se recuerdan los siguientes aspectos: cuando Jesús reveló su autoridad sobre el género humano y la creación; cundo Jesús anuncia a sus discípulos que uno de ellos (Judas) lo va a traicionar y señala que Pedro lo va negar tres veces; cuando se rememora la traición de Judas Iscariote, quien a cambio de 30 monedas de plata, pacta entregar a Jesús a los sumos sacerdotes; cuando Jesús se reunió por última vez con sus discípulos, un día ante de su crucifixión; cuando les lavó los pies como un acto de humildad. Además, se recuerda la celebración del Vía Crucis, donde la mayoría de las iglesias realiza en las calles, donde se colocan las 14 estaciones, que representan el recorrido de Jesús hacia el Calvario, donde fue crucificado; la lectura de las Siete Palabras que mencionó Jesús en la Cruz y la Pasión de Cristo y la adoración de la Cruz, para después dar el pésame a la Virgen María, por la muerte de su hijo.
Como soñar no cuesta nada, está claro que la ausencia de Dios en nuestras vidas, ha contribuido a que la sociedad ecuatoriana, en los actuales momentos, viva en una especie de caos e incertidumbre. La desorientación, la desesperanza, la falta de solidaridad, la ausencia de unidad, y la pobreza del corazón son evidentes; además, cuando constatamos que impera el egoísmo, la indiferencia y el quemeimportismo, como manifestaciones patéticas de una vida comunitaria azarosa.